Uno de los grandes recursos del Chapulín Colorado, cuando se encuentra acorralado y a punto de ser liquidado por sus enemigos, es tomarse unas píldoras de chiquitolina que lo empequeñecen en un abrir y cerrar de ojos, a tal grado que puede escapar por cualquier rendija y, desde luego, perderse de la vista de sus rivales.
¿Cómo es posible que unos cuantos delincuentes puedan llegar al sitio en que ha ocurrido un accidente y le arrebaten a los paramédicos que van a prestar auxilio a las víctimas, las dos ambulancias de la Cruz Roja y emprendan una persecución por las calles de un pueblo y que escapen sin haber sido detenidos o que les hayan tirado unos cuantos balazos?
Caborca, Pitiquito, Altar, la región en la que los narcos hacen de las suyas como si chirotearan en terrenos de su propiedad, tiene numerosos cerros pero no una orografía complicada que ofrezca a los mafiosos escondites imposibles de localizar. En un día se puede recorrer para verificar si se esconden en cuevas o chozas del rumbo. Sin embargo, llevan al cabo sus tropelías y se esfuman como con brujería..
¿Quizás el armamento de los mafiosos es tan moderno y avanzado que resulta peligroso enfrentarlos en el escenario de los hechos, y es preferible para la policía retirarse, estudiar la situación, hacer trabajo de inteligencia y atacar de acuerdo con un cuidadoso plan aunque hayan pasado, digamos, dos semanas de lo acontecido?
Que no se consigan éxitos definitivos en el combate al crimen organizado mueve a pensar, inevitablemente, que cuentan con la ayuda de jefes policiacos, ya sea porque los compran o porque los mantienen atemorizados con amenazas. O tal vez, y esta sería la última opción, llevan en la bolsa píldoras de la chiquitolina inventada por el Chapulín Colorado y se vuelven chiquitos, chiquitos cuando los agentes de la autoridad están a punto de agarrarlos.
En fin, mientras se encuentra la solución de este problemazo y se arman de valor para aplicarla, seguiremos haciendo el ridículo. No hay prisa.
17 PESOS EN CAJA
Ayer releí una carta que con fecha diciembre 4 de 1931, dirige el gobernador de Chihuahua coronel Roberto Fierro al jefe máximo general Plutarco Elias Calles.
Aquel estado vivía una etapa de intensa inquietud política uno de cuyos resultados fue el desafuero del gobernador Andrés Ortiz y la designación, en su lugar, del citado Fierro. En la carta escribe a Calles: “Estoy contento en lo que se refiere a labores administrativas, porque habiendo encontrado el erario con sólo 17 pesos, pude cumplir satisfactoriamente los compromisos presupuestales durante el primer mes de gobierno”.´¡Encontró 17 pesos! Poco, dirán ustedes, pero algo encontró. Ahora… quién sabe.
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