La obsesión por la ortografía
Carlos MONCADA OCHOA
Martes 17 de Agosto de 2021

Que ayer fue el Día del Obsesionado por la Ortografía escribió Martha Karrillo en Face Book. Es probable que lo haya sido porque ahora hay un día para todo. Y si lo inventó es, de cualquier manera, una buena puntada que da pie para una breve reflexión.

La correcta o incorrecta ortografía permite calificar con rapidez el grado de instrucción que ha recibido un sujeto. Sin embargo, son muchos los casos en que señores profesionistas universitarios la riegan en la primera línea que redactan. Yo pienso que la mejor manera de aprender buena ortografía es leer obras literarias de alta calidad. No es necesario ir estudiando cómo se escriben las palabras pues el inconsciente las asimila sin perder el sentido de lo que lee.

Sin embargo, en los tiempos de Secundaria tuve en Ciudad Obregón un amigo, Jaime Rueda, que leía a los clásicos españoles, a Shakespeare, y estudiaba manuales de ortografía, y la regaba con frecuencia. Una vez le aconsejé, medio en serio medio en broma: “Cuando dudes si tal palabra se escribe con B o con V, analiza su origen etimológico, averigua de qué vocablo se deriva, recuerda las reglas ortográficas que has aprendido, y ya que estás seguro de que va con B, pero totalmente seguro, ¡escríbela con V!”

Supongo que yo soy uno de esos obsesionados con la ortografía, aunque no de los que se pasan señalando los errores en las Redes. Siento que muchos de los que incurren en faltas se molestarían. Pero confieso que sufro cuando voy de compras a Ley (bulevar Kino) porque en el pasillo 6 anuncian UTENCILIOS de cocina, en lugar de UTENSILIOS. No he tenido tiempo de visitar otras tiendas de la cadena para ver si repiten la falta. En todo caso, debo decidir si le dirijo una carta al gerente pidiéndole corregirla o compro ahí mismo una escalera que me permita corregirla yo mismo.

La mala ortografía puede provocar tragedias. Imagine el lector al enamorado que se presenta ante el padre de su novia para pedir su mano, y le dice: “Vengo a verlo, señor, porque debe saber que hace más de un año estoy prendido de su hija”, en lugar de prendado.

Creo que la difusión de estos errores podría hacer que baje el número de los que fallan en la ortografía.

 

NADA DEL OTRO MUNDO

Que el gobernador electo Alfonso Durazo haya dispuesto que entrando, entrando, se lleven al cabo auditorías sobre lo que se recibe de la administración que se va, no es más que el cumplimiento de la ley y una conducta lógica. Está fresco el recuerdo de la enfangada situación en que dejó su administración Guillermo Padrés, hace apenas seis años, para que alguien se asuste.

Creo que aún en el caso de que un funcionario que llega no quisiera auditar al que se va, éste tendría la obligación de exigir la auditoría para que conste el resultado en un documento que dé testimonio de los buenos manejos. Porque es evidente que las auditorías no deben tener por objeto buscar culpables, sino también servidores públicos que se han conducido con rectitud. Hay que reconocerlos.

carlosomoncada@gmail.com


 
 

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