Soy abogado poco creyente (o casi nada) y nunca me ha parecido que el aborto sea un problema grave si se protege la vida de la madre y se respeta la decisión sobre su cuerpo. De acuerdo con la ley hasta hoy vigente, la mujer podía abortar sin temor a ser consignada si lo había resuelto por constituir un peligro para su vida la continuación del embarazo, o si el embarazo era el resultado de violación o estupro. Esta última excluyente la aceptaban algunos católicos razonables, pero los fanáticos, no; si por cualquier razón, le gritaban a la mujer, Dios permitió el embarazo, debes respetar esa vida ordenada por el cielo y tú, a ver cómo le haces.
La resolución de la Suprema Corte obliga a todas las entidades federativas y vale sobre cualquier disposición de los códigos penales locales. Las mujeres que se pronuncian en desacuerdo están libres para ofrecer jaculatorias (¡qué palabrita!) organizar manifestaciones de protesta, jirimiquear, ofrecer misas, pero el aborto quedó despenalizado.
Las adolescentes y jóvenes no quedan desprotegidas. Para defenderlas de los galanes de barrio que tratan de seducirlas, existe la orientación psicológica sobre cuestiones de sexo y la ética, y es cuestión de que padres, maestros, líderes religiosos, las eduquen en esos rubros, de tal manera que aprendan a vivir sin prejuicios ni temores a ser condenadas.
En resumen, el mundo no se ha acabado.
¿DÓNDE ANDAS, CLAUDIA?
La prensa local reporta que la gobernadora Pavlovich tuvo una audiencia con el flamante secretario de Gobernación y con algún otro funcionario para pedirles ciertas medidas que competen al bienestar de Sonora. Si quiere pasar a la historia como una gobernadora que trabajó hasta el último día de su sexenio por el bien del pueblo, cumpliendo al compromiso adquirido al ganar las elecciones de 2015, por mi parte no hay objeción. Está bien.
¿Pero por qué exagerar? Hizo esas visitas faltándole sólo seis días para irse a casa y dejar el principal sillón del palacio al nuevo mandatario. En el supuesto de que las audiencias en cuestión generen un oficio para encargar una comisión, solicitar una aclaración, o lo que sea, no tendría caso enviar una copia a la gobernadora pues cuando le llegara, si le llegaba, ya no sería gobernadora.
Esta inusual actividad ¿es provocada por los nervios de quien espera y desespera ante el cambio de rutina, el adiós a las facultades y privilegios, la simple costumbre?
Hay que tomar las cosas con calma. Ya terminó la fiesta y necesitan limpiar el salón porque va a comenzar otra. Es hora de irse a casa.
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