Un servidor público profesional y con cierto grado de dignidad, aguarda que la opinión pública lo enjuicie al terminar una etapa de su trayectoria. El director general del Instituto Sonorense de Cultura nunca ha esperado el juicio del exterior, se apresura a autoelogiarse aunque lo hace en forma tan desmesurada que mueve a la burla. Es un “meme” ambulante.
Con fecha 23 de agosto próximo pasado hizo circular en las Redes un escrito conforme el cual durante el periodo de Claudia Pavlovich, su jefa, 3 millones 202 mil 354 personas asistieron a los 15 mil 377 eventos presenciales organizados por el Instituto. ¿Por qué tanta timidez? Podía haber puesto que fueron 5 millones 423 mil doce. Nadie se habría asustado.
Ayer, en El Imparcial, aparece una declaración más de Mario Welfo Álvarez, en el sentido de que el Instituto a su cargo ha desarrollado una de las tareas editoriales más grandes en la historia de Sonora y muestra una foto de la gobernadora (por dos días más) acercándose a la mesa donde se exhiben los libros editados.
En la foto identifico el libro “Un desierto para la danza. 25 años de movimiento mágico”, del que el Instituto mandó imprimir cien ejemplares. ¡Sólo cien ejemplares del libro que conmemora el vigésimo quinto aniversario de nuestro gran festival dancístico! ¡Cien ejemplares para fingir! (Y nadie me puede alegar aquí porque soy el autor de la obra, junto con un grupo de estupendos fotógrafos).
Ni la gobernadora ni Welfo tienen autoridad para calificar su labor editorial porque no son lectores, no han leído los libros de su sexenio, menos los de otros sexenios, lo que es obligado si se establecen comparecencias. La producción oficial de libros la comenzó el gobernador Samuel Ocaña, apoyado por el licenciado Sergio Calderón Valdez. Difundieron joyas de la historia de Sonora que no se habían reeditado y pusieron como estrella de su cielo la Historia General de Sonora, cinco tomos, que coordinó el ingeniero Armando Hopkins.
En el gobierno del ingeniero Rodolfo Félix Valdés bajan en número y calidad a limites de fracaso. En el sexenio de Manlio Fabio Beltrones, con este columnista al frente del ISC, el número ediciones se dispara con el Atlas de Sonora de Julio César Montané (1200 ejemplares en tela) y la segunda edición de la Historia General de Sonora adicionada con el VI tomo. En esta etapa aumentó la producción porque se hicieron coediciones.
El gobernador Armando López Nogales y el director del ISC Juan Antonio Ruibal produjeron un número miserable de libros, y eso que contaron como libros algunos folletos de 24 o 30 páginas.
Creo que la mejor marca la impuso como director del ISC Fernando Tapia Grijalva con Eduardo Bours como gobernador. Fue aceptable la de Poly Coronel en tiempos del gobernador Guillermo Padrés y modesta, sólo modesta, la de Mario Welfo y su gobernadora Pavlovich.
Quedan a ambos este sábado y el domingo sus cargos hasta la media noche. Ya mintieron a lo largo de seis años. ¿Por qué no guardan silencio y se marchan en sana paz?
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