Hace dos meses se pusieron a la venta, en la Librería del Noroeste, tres ejemplares del primer tomo de mi obra “La Saga de la Cultura Sonorense 1831-2020”. No se ha vendido ninguno. Cuesta $300, ¿es mucho? Si el comprador de libros es algo inteligente (“algo”, no necesita ser muy inteligente) se dará cuenta de que el tomo contiene tres libros: “Arquitectura”, “Ópera y teatro”, “Fotografía y cine”. Al comprar el tomo se está llevando a Cien Pesos cada libro. Si hubiera editado esos libros por separado habría que pagar $600 por los tres.
Me rebaja hacer señalamientos tan simples, sobre todo porque quizás no le preocupa al que curiosea en la librería la cuestión económica, sino simplemente no le importa conocer el desarrollo del Arte sonorense en casi doscientos años.
En el libro de Arquitectura el nogalense puede ver cómo era el edificio de la Aduana y el bello teatro Ramirez que fue consumido por el fuego; lo mismo le pasó al gran edificio municipal en Cananea, que no existe pero se puede apreciar su grandeza en las páginas del libro.
Y el amante del teatro, ¿no querría saber qué compañías de teatro y ópera venían a Sonora desde el Siglo XIX, quiénes fueron los primeros cantantes y cómo se desarrollaron ambos géneros artísticos antes de la Universidad y después, gracias a la Universidad? Directores, actrices y actores que ya pasan de los 50 años con seguridad hallarán ahí sus nombres y las obras en que actuaron. Y quien desee informarse del principio y desarrollo del FAOT, ahí se le cuenta.
¿Y los cines? En el tercer libro vienen los cines que surgieron en cada Municipio, los que se quemaron (no había cuerpos de bomberos), los programas que pasaban en sus pantallas, los primeros que hicieron cine en Sonora, los cine clubes. Y los pioneros de la fotografía en las principales ciudades.
Ya están terminados los otros tres tomos, cada uno con tres libros. ¿Vale la pena insistir al Instituto Sonorense de Cultura que se impriman? ¿Tiene sentido seguir investigando y escribiendo sobre la historia del Estado en que nacimos?
PARA ABRIR EL FAOT, UN PROGRAMA FÁCIL.
Es el mismo De la Mora de siempre: sencillo, de buen rollo que inspira simpatía y con un programa sin complicaciones operísticas: tres canciones napolitanas “Torna a Surriento”, “Parlame d´amore, Mariú” y “Non ti scordar di me”, dos o tres de María Greever y la infalible “Bésame mucho” de Consuelo Velázquez. Me dirán que por su edad debe cuidar la garganta y no tomar riesgos. En realidad ha evitado siempre los esfuerzos, entre otros trucos, haciendo batir palmas al publico para animarlo y de paso, aliviar la tarea.
Buen principio de todas maneras. Vi la mitad del programa captado por las cámaras de Telemax y no la otra mitad porque hubo una interrupción. Estupenda la Orquesta Filarmónica de Sonora dirigida por el maestro Héctor Acosta. Me cuentan que los homenajes a los amigos Fernando Palma, Mario Moreno y Sergio Rascón fueron emotivos. Yo los recuerdo con cariño permanente y valoro sus respectivas aportaciones al Arte.
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