Estampa invernal
Sergio Anaya
Lunes 07 de Febrero de 2022

Era el invierno, un día en la década de los sesenta. Había llovido, quizás estaban en una semana de equipatas y la humedad penetraba hasta los sentimientos más íntimos de los vecinos.

"Antes sí hacía frío, no como ahora", reniegan los viejos y evocan las gruesas chamarras, las fogatas de diciembre, los huesos entumecidos en enero.

Entonces yo era un chamaco y me envolvía en las cobijas para pensar en la mirada de aquella muchacha que me hizo enmudecer la primera vez que me vio. Los ojos amielados y la sonrisa discreta, condescendiente con el tonto que la observa boquiabierto, merecían una oración de gracias.

La ciudad se regodeaba plácidamente en su prestigio de urbe moderna, limpia y próspera. Su atmósfera parecía regida por el orden y la tranquilidad provinciana.

Podía uno pararse a mitad de la calle 200, casi esquina con Coahuila, y tomar una foto sin temor a la avanlancha de automóviles. A nadie debe extrrañar que haya sido una bibicleta la que irrumpió en el marco visual del fotógrafo.

El edificio de Policía y Tránsito, el automóvil de los cincuenta, la calle como espejo y el ciclista intruso son los personajes de aquella mañana invernal en la ciudad.

En el campo la helada amenazaba a los cultivos y  los hombres -así llamaban en la familia a mis tíos- buscaban llantas viejas para quemarlas alrededor de sus tierras. Pasaban toda la noche cargando y descargando las llantas; en la madrugada llegaban a casa donde la tía ya les tenía el café hirviendo en la hornilla. Desvelados, ojerosos, con las botas llenas de lodo, no renegaban del cansancio, sólo hablaban de regresar a las tierras para seguir trabajando.

Al fondo de la casa, en un cuarto donde el aire frío se colaba sin piedad, yo seguía aislado entre las cobijas, repasando los detalles de aquella mirada y haciendo como que no escuchaba los gritos que me ordenaban levantarme.

Aquel frío se debilitó al paso de los años, igual que el ejido donde trabajaban mis tíos, y las equipatas como las cabañuelas sólo son una referencia en las pláticas de los viejos. El invierno es hoy un sentimiento fugaz. El calor se queda aquí casi todo el año.

Han desaparecido muchas cosas con el cambio del clima. Pero yo sigo recordando la mirada de aquella muchacha como si apenas esta mañana la hubiera visto por primera vez.


 
 

Copyright © 2006-2024. Todos los Derechos Reservados
InfoCajeme
www.infocajeme.com