El 11 de diciembre de 2008, en Tijuana, Baja California, Yeline, de 3 años, resultó gravemente herida durante una balacera perpetrada por sicarios que, con rifles AR-15 y pistolas escuadras de 9 milímetros, entraron a su domicilio y dispararon contra ella y su padre. Lo mismo les ocurrió a José, de 4, y a Joshua, de 3, que el 24 de agosto de ese año, en compañía de su padre, fueron atacados por sicarios en Nogales, Sonora.
El 2 de octubre de 2008, en Cuautla, Morelos, un adolescente de 14 años disparó de manera accidental a su hermano de 5 años con una pistola calibre 22 propiedad de su abuelo. El menor presumía a su hermano la manera como podía manipular el arma.
La Red por los Derechos de la Infancia en México —integrada por 65 organizaciones civiles— estima que, de acuerdo con el rastreo que han hecho Amnistía Internacional y Oxfam, en México hay 15 millones de armas cortas que circulan de manera ilegal y 95% de ellas provienen de Estados Unidos.
La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) reporta que hay 2.1 millones de ciudadanos con permiso para portar armas en México. El 99% de ellos son hombres que obtienen licencias para poseer un arma de fuego por 105 pesos.
Georgina Sánchez, integrante del Colectivo de Análisis de la Seguridad y la Democracia, dice que, de acuerdo con un seguimiento hemerográfico, en 2008 murieron alrededor de 100 niños en medio de balaceras y agresiones directas con armas de fuego. Sólo entre diciembre de 2008 y enero de este año, 13 niños perdieron la vida en acciones relacionadas con el crimen organizado.
Patricia Carmona, coordinadora de comunicación de la Red por los Derechos de la Infancia, señala que el crecimiento de los índices de violencia en México va aparejado con el mayor descontrol en la posesión de las armas.
“En este contexto los niños, sobre todo del norte del país, conviven de manera cotidiana con las armas. En sus casas, los padres les enseñan a usarlas y en la calle tienen que presenciar balaceras en las que ellos mismos han sido las víctimas. También hay casos de niños de la calle, en Sinaloa, por ejemplo, que son obligados por las organizaciones criminales a actuar como sicarios”, comenta.
Asegura que en estos últimos casos se suele criminalizar a los adolescentes sin que se castigue a los adultos responsables de darles las armas ni a las autoridades en las que recae el control de las mismas.
Desarma la violencia
Jordy, de 15 años, piensa que un niño usaría armas si necesita dinero. Itzel, de 5, dice que un niño podría usar un arma “porque es hombre” y Mariana, de 10, opina que un niño podría usar armas si “sus papás no lo comprenden”.
Estas son algunas de las voces de los niños que fueron consultados por la Red por los Derechos de la Infancia en México para argumentar el inicio de la campaña nacional “Desarma la violencia”, cuyo propósito es colocar el tema en la agenda de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial y promover una reforma legal que endurezca las restricciones para el uso y posesión de las armas pequeñas y ligeras que circulan en México.
“La falta de una política pública que sea más estricta para controlar las armas que circulan en el país está incrementando los niveles de violencia y los niños están cada vez más expuestos a ella, a pesar de que la obligación del Estado es garantizarles una vida libre de violencia y un entorno seguro”, explica Aurora Cuevas, coordinadora de proyectos de la red.
Tuline Gülgönen, también integrante de dicha red, destaca que existe una tendencia mundial hacia un mayor control y la erradicación de las armas pequeñas y ligeras entre la población civil.
En Brasil, por ejemplo, en 2003 se aprobó el Estatuto de Desarme, el cual establece, entre otras medidas, la creación de un banco centralizado de información balística; controles estrictos desde la fabricación de armas y municiones y la comercialización de las mismas y la prohibición de la portación de armas de fuego por parte de civiles.
Comenta que a nivel internacional todos los estados tienen la responsabilidad de controlar la fabricación y posesión de armas, así como de proteger a la infancia y brindarles un ambiente libre de violencia.
Las leyes en México
Patricia Carmona señala que el artículo 10 de la Constitución establece que “los habitantes de los Estados Unidos Mexicanos tienen derecho a poseer armas en su domicilio para su seguridad y legítima defensa” y que la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos y su reglamento regulan la portación, posesión, fabricación y comercio de las armas.
“El problema es que no existe ningún control. La Sedena no tiene un registro o no quiere tenerlo de cuántas armas hay en el país y entonces vemos que en las calles hay un uso descontrolado de ellas por parte de la población civil y eso ha cobrado muchas vidas”, dice.
Explica que, por este motivo, a través de la campaña “Desarma la violencia” se recabarán firmas en todo el país para enviar al Congreso una propuesta que restrinja el comercio legal de armas “y evitar que lleguen al mercado negro”.
Para ello, la red realizó alrededor de un centenar de entrevistas con niños de diversas escuelas públicas para que expresaran con sus propias palabras o a través del dibujo cuál es su relación con las armas, cómo las conciben y cuál es el impacto de la violencia en sus vidas, además de que se apoyaron en fotografías que fueron tomadas en las calles de Ciudad Juárez, Chihuahua, como parte del concurso “Un Cambio en el Viento”, organizado por el Consejo Ciudadano por el Desarrollo Social de esa ciudad fronteriza.
El chiapaneco Ismael Isaí, de 12 años, opina que las armas “son hechas para matar y crear violencia”; Selena del Río, de 13, considera que “no es bueno porque si un hombre tiene un arma, su hijo puede pensar que es un juguete y se puede disparar solo”, y Josefa, de 13, piensa que las armas “pueden ser más peligrosas cuando uno se enoja”.