El fin de semana que acaba de pasar reinó la preocupación en el mundillo de la cultura. La directora general del Instituto Sonorense de Cultura sería sometida a una intervención quirúrgica, y aunque los médicos aseguraban que no había peligro de por medio --¡y cumplieron!—los cultureros no querían ni pensar en perder a la mejor funcionaria que habían encontrado para el delicado cargo.
Delicado en sí mismo, por la complejidad que constituye mantener vivas y en marcha permanente hacia adelante, a los grupos de las diversas disciplinas del Arte, y delicado adicionalmente por la etapa que se vive: abundancia de riesgos por la pandemia y escasez de recursos económicos.
Guadalupe Beatriz Aldaco Encinas es una mujer de temple. Su trayectoria está trazada en un camino de logros y retos resueltos: estudios avanzados en la Universidad de Sonora y en la UNAM, en España y en la tierra de Gabriel García Márquez de cuya obra es profunda estudiosa. Experiencia en la organización de eventos para el memorable Circuito Artístico del Noroeste integrado por Baja California del Norte y la del sur, Sonora y Sinaloa.
Y no obstante aquella abundancia y aquella escasez, por igual negativas, y además un problema de salud que la aquejaba, salió adelante al escribir dos páginas brillantes: la realización de la Feria del Libro y el Festival Alfonso Ortiz Tirado, el rey de los festivales sonorenses. Dicen que hizo magia, pero no, se valió de recursos más simples: la organización, el trabajo en equipo, la gestión de apoyos, la celosa vigilancia de que las órdenes se cumplieran y el buen tino para decidir. Son recursos simples… que pocos saben aplicar.
La operación se llevó al cabo con éxito. La gente que la conoce y la aprecia, respiró a todo pulmón. Tenemos maestra Aldaco para rato.
La ola de beneplácito sofocó los brotes de envidia y las tonterías inventadas. No vale la pena ocuparse de los canallas que las propician. La cultura está y seguirá estando en las mejores manos. Mire a su derredor, directora: somos un montón los que estamos a su lado.
¿NO ES ESO FRAUDE, ESTAFETA?
Mandé unos cuadernos de la colección “Leo y coloreo” a mis bisnietos de Mérida y Villahermosa y en las oficinas de Estafeta, las que están en Hermosillo por el bulevar Morelos, me dijeron que me costaba tanto más cuanto (una cantidad algo elevada, pero amo a mis bisnietos y no me fijo en el gasto), enviar este material por avión y que “les llegará mañana”.
Pero las mamás respectivas recibieron los sobres nueve días después. Pude haberlos mandado por tierra y hubiera resultado lo mismo, pero sin el abuso descarado..
¿Por qué no decirle al cliente que hay problemas y que en realidad no garantizan eso de que llegan los envíos de un día para otro? Es un vulgar asalto pedir dinero en monto exagerado y no cumplir. Y hay niños de por medio. ¡No la frieguen!
carlosomoncada@gmail.com