Como lo hace a menudo el presidente AMLO en las mañaneras, en Colima dictó ayer una lección de historia patria, esta vez sobre las invasiones que ha sufrido nuestro país, para fundamentar la propuesta que  México presentará, o tal vez habrá presentado en el último momento, ante el Consejo de Seguridad de la ONU.

Francia nos invadió dos veces, una de ellas con un pretexto ridículo: porque no se le liquidaba la deuda a un ciudadano francés dueño de una pastelería (en la historia se conoce como “la guerra de los pasteles”), y también dos veces los norteamericanos.

Estos últimos, como se sabe, en el Siglo XIX comenzaron por anexarse Texas y luego, en una guerra desigual y abusiva, se engulleron la mitad de lo que era el territorio mexicano. Tuvieron el cinismo de invadirnos en 1914 aprovechando el desorden interior provocado por la Revolución. Aquí estarían si no hubiera estallado la I Guerra Mundial que los obligó a regresarse a su tierra para organizar sus tropas.

Con estos antecedentes, el canciller mexicano recibió instrucciones para que en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, del que formamos partes, se repruebe y sancione a cualquier país que invada a otro, a Rusia ahora, pero de la misma manera a Estados Unidos, a China, o el que se trate.

Por lo que toca al conflicto actual, están en juego, como siempre, los intereses de las grandes potencias, Y la brutalidad con que actúa el dirigente ruso Putin al bombardear edificios urbanos y asesinar familias de civiles, es indicativo de que trata de aplastar a los ukranianos antes de que el resto del mundo halle la forma de intervenir.

Hasta hoy parece definitivo que las potencias de Occidente no enviarán ejércitos al escenario de la agresión, pero le harán la guerra económica a Rusia en el campo de las finanzas y la economía. Putin podrá responder cortando el envío de gas a Alemania pero sólo a ésta afectará la decisión, y sólo si se prolonga el conflicto. Por su parte, Ukrania es gran productora de trigo. Escaseará el pan en las naciones que la rodean.

Aparte de lamentar la pérdida de vidas humanas y el hecho de que los estadistas actúan como si no conocieran las consecuencias de una guerra, a los ciudadanos no especializados en el tema lo que nos preocupa es el incremento de los precios. Tenemos que estar atentos a que nos expliquen las razones para ello, si las hubiere, y exigir que no utilicen la guerra como pretexto para especular.

OTRO PERIODISTA ASESINADO

Ahora la víctima cayó en Empalme. Las exigencias que se formulan en manifestaciones públicas, a gritos y en pancartas, no funcionan. Los asesinatos no cesan. La ola de sangre sigue fluyendo: demostrado está que no se puede parar con palabras.

¿Tendremos que sentarnos a esperar que los criminales terminen con todos, todos los periodistas de Sonora, para que al no quedar uno la sociedad pueda afirmar que han llegado a su fin los asesinatos de periodistas?

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