De mendigar curules a reinas del Congreso
Carlos MONCADA OCHOA
Martes 15 de Marzo de 2022

Nunca he podido decir con precisión cuándo comienzo a investigar un tema con el propósito de escribir un libro, porque como periodista voy almacenando en la mente y en mis archivos, los sucesos importantes para la sociedad sin la finalidad de ir con ellos más allá de la columna cotidiana. Pero, para decirlo con una frase popular, se le prende el foco a uno de repente y advierte que un tema le hace guiños y visajes, como la mujer que “quiere”, aunque no lo dice. Y hay que entrarle al toro.

Hace unos seis años me propuse llenar el hueco que en la historia política de Sonora forma el desconocimiento de cuántas penalidades, humillaciones y frustraciones padecieron las mujeres para ocupar las diputaciones, pues les daban una candidatura, a veces ninguna, y me puse a revisar periódicos de pasados lustros y a hacer entrevistas, a nivel de plática unas, otras con toda formalidad, con diputadas del pasado y del presente.

Además, aprovechando mis conocimientos de licenciado en Derecho, me puse a estudiar las leyes aplicables a las mujeres como candidatas y luego como diputadas; los redactores de esas leyes, diputados varones, parecía que les abrían las puertas de par en par cuando les asignaban un porcentaje de curules, si bien les abrían sólo rendijas pues completaban el porcentaje con las suplencias.

Eso permitía, en los momentos menos injustos y amargos, que las suplentes pasaran a ser propietarias al final del trienio porque los diputados machos solicitaban licencia para irse a hacer campaña para diputados o presidentes municipales. Pero sólo les daban una probadita de gloria pues sólo ocupaban las recién llegadas el cargo cuatro o cinco meses, y ocasiones menos, pues si el diputado con licencia fracasaba en su intento por una curul federal o un Ayuntamiento, regresaba a reclamar su curul.

Estos son sólo ejemplos de las vicisitudes que han superado las mujeres, que desde las elecciones del año pasado superan en número, por primera vez en la Historia, a los varones. Los hechos, todos documentados, van entremezclados con anécdotas, observaciones y críticas que ojalá sean del beneplácito, en primer lugar, de las mujeres pues a ellas está dedicado el libro “De mendigar curules a reinas del Congreso”.

En los inicios de esta investigación me fue útil la colaboración de la licenciada Claudia Fernández, que laboraba primero en la Biblioteca y luego en la Dirección Jurídica del Congreso. Me fueron de provecho las observaciones que me hicieron el licenciado Daniel Núñez, titular de esa Dirección, y el licenciado Alberto Nevárez Grijalva, director de Comunicación Social, a quienes di a leer el primer borrador.

El propósito de este libro no sólo es el de rendir tributo a la pertinaz lucha de las mujeres sino también dejarlo como testimonio para que los hombres dedicados a la política acepten y pugnen, de veras, sin fingimiento, por la equidad de género. La obra está impresa. En cuanto tenga la aceptación de dos comentaristas y resuelto el lugar y fecha de presentación, formalizaré la invitación general a asistir.

carlosomoncada@gmail.com

 
 

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