Rendirán homenaje a Francisco Pacheco Mendívil
Francisco González Bolón
Viernes 27 de Marzo de 2009

Si alguien ha contribuido en Sonora a combatir en forma natural las plagas del trigo, algodonero, soya, maíz y hortalizas, ese es el doctor Francisco Pacheco Mendívil.

Nacido en Navojoa el 10 de octubre de 1922, su vida fue consagrada a la investigación agrícola en el noroeste de México, sobre todo en el área de entomología.

El Día del Agricultor, a celebrarse el 31 de marzo en Navojoa y el 2 de abril en Obregón, estará dedicado a quien se dedicó a investigar pero es también es autor de libros que pueden ser considerados como la biblia de todo estudioso de las plagas en cultivos.

Lope Montoya Coronado, jefe del Campo Experimental Valle del Yaqui, precisó que el nuevo auditorio del campo en el Mayo habrá de ser llamado Francisco Pacheco Mendívil.

Y no es para menos, precisó, pues reconocer su trayectoria pues en su labor tuvo la sabiduría de crear la simbiosis entre la ciencia y la tecnología aplicada para colaborar en el engrandecimiento del noroeste de México.

Nace a la vida agrícola en la Escuela Práctica de Agricultura “La Huerta”, en Michoacán, y de ahí estuvo en la Escuela Nacional de Agricultura, en Chapingo, donde obtuvo el grado de Ingeniero Agrónomo Parasitólogo en 1949.

Por su dedicación y logros, dijo, fue becado por la Fundación Rockefeller y obtuvo en 1954 el grado de Maestro en Ciencias en Entomología en la Universidad de Massachussets en Amherst, Estados Unidos.

En 1963 obtuvo el doctorado en la Universidad de Illinois, precisó, pero su actividad como investigador se inició en la Oficina de Estudios Especiales en 1949.

En Sonora, a partir de 1955 contribuyó de manera significativa en el área de Protección Vegetal, como líder regional de entomología en los cultivos de trigo, algodonero, soya, maíz y hortalizas.

Fue fundador y director del Centro de Investigaciones Agrícolas del Noroeste (Ciano) y elemento fundamental para la creación del Patronato para la Investigación y Experimentación Agrícola del Estado de Sonora  (Pieaes), destacó.

Destacan entre sus aportaciones valiosas sus libros “Plagas del Valle del Yaqui” (1970).

Al querer reeditarlo, surgió con un valor agregado el de “Plagas de los Cultivos Agrícolas en Sonora y Baja California” (1985).

Otras publicaciones fueron “Plagas del Cultivo de la Soya en México” (1990), “Plagas y organismos benéficos de interés para México” (1999) y su obra principal, “Plaga de los Cultivos Oleaginosos de México” (1994).

Editó la valiosa obra de consulta y divulgación en el noroeste de México “Avances de la Investigación Ciano”, una compilación de todas las actividades de investigación en el noroeste que se han realizado en el INIA e INIFAP desde 1955 a 1986 y que ha sido continuada por otros.

En reconocimiento a su trayectoria y aportaciones a la agricultura sonorense, el Pieaes le otorgó el “Premio Edmundo Taboada”, en 1989.

Fue socio de la American Entomological Society, la Sociedad Mexicana de Entomología, la Society of Systematic Zoology, la Coleopterists Society y de la Sociedad de Ingenieros Agrónomos Parasitólogos.

En el año 2000, a la edad de 78 años se retiró después de 36 años dedicados al Ciano, 51 de investigador y 61 de relación con la agricultura.

Siempre ha sido apoyado por su esposa Graciela Covarrubias (+) y sus hijos Francisco Judas, Juan José, Carlos Alberto (+) y Alejandro Héctor.

“La Escuela Nacional de Agricultura en Chapingo, México, formó un entomólogo ejemplar, que ha sido de carácter duro, difícil, muy firme en sus convicciones y decisiones, pero a la vez noble, generoso y entregado en su labor profesional y como formador”, puntualizó.

 
 

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