Vienen dos pruebas para medir la pandemia
Carlos MONCADA OCHOA
Martes 05 de Abril de 2022

No pocos sentimos que ya la pandemia nos hizo los mandados, pero no podemos cantar oficialmente victoria ni renunciar a los protocolos de seguridad impuestos hace dos años por las autoridades de Salud, hasta que éstas no declaren que el peligro ha pasado.

Por lo pronto, este mes enfrentaremos dos pruebas que nos permitirán medir las dimensiones del problema aún vigentes. La primera tendrá lugar en las playas a donde acudirá una multitud de vacacionistas desde el nivel de aquellos que pueden pagar habitaciones de buenos hoteles hasta los que van a la playa cargando una carpa viejita para que la familia duerma ahí, todos hechos bola.

Los expertos opinan, en su mayoría, que las costas del mar no son campo propicio para la multiplicación del virus, y es probable que los que anden chiroteando ahí, haciendo como que nadan, vuelvan a casa sin síntomas de contagio. Ojalá.

La otra prueba no implica la concentración de multitudes, pero sí de grupos más o menos numerosos para quienes el riesgo consiste en que se reúnen en lugares cerrados. Me refiero a quienes acuden a los templos a celebrar los ritos propios de su religión. Sólo como ejemplo de ese riesgo recordamos que al concluir la misa, los fieles suelen desearse la paz estrechando la mano de las personas próximas, así sean desconocidas. Sería muy difícil encontrar a alguien que, en esa situación, se negara a tomar la mano que se le tiende.

En este caso el creyente no tendrá más remedio que rogarle al santo de su devoción, cuando vaya a salir del templo, que lo proteja del contagio. Y para el columnista no hay más opción que repetir: ojalá.

 

HUELLAS DEL TIEMPO PERDIDO

No recuerdo cuántos años hace, pero no son muchos, que se aplica en el Congreso del Estado la práctica de eliminar iniciativas de leyes y decretos porque no tienen ni han tenido vigencia, y es irrelevante que se intente dársela.

Los integrantes de cada legislatura llegan con su carga de promesas a los electores y algunos creen que la única manera de cumplirlas es darles forma de ley o decreto. Además, los flamantes diputados apenas inician la gestión de tres años que constitucionalmente les toca, ya están pensando en el siguiente puesto que tratarán de conquistar.

Y deciden engordar su currículo con tantas más cuantas iniciativas de ley aprobadas que no sirven más que para mandarlas al archivo..

Hacen bien en deshacerse de documentos innecesarios aunque podrían obtener una lección provechosa si reflexionan en el mucho y muy valioso tiempo que sus antecesores perdieron tramitando, discutiendo, defendiendo, iniciativas que el tiempo se ha encargado de acumular en un rezago al que sólo se puede aplicarle una herramienta: la escoba. Harían mejor en estudiar a profundidad los problemas que afectan a Sonora y en aumentar las visitas a sus distritos.

carlosomoncada@gmail.com

 
 

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