La tradición abrió un paréntesis bajo la amenaza de la pandemia, pero esta semana próxima se reanuda. Aquí estarán los diputados infantiles elegidos en diversos planteles del Estado Tomarán posesión de sus cargos en el Congreso del Estado y analizarán el tema principal de este año: ¿Funcionaron los cursos escolares virtuales durante la crisis sanitaria?

Buscar y fundamentar la respuesta a esta pregunta ha de ser objeto de una investigación en que se involucren los funcionarios de todos los niveles de gobierno. Las reflexiones y consideraciones que formulen los niños será un importante aspecto de esa investigación pero sólo parcial. Por lo que toca a esta columna, ha recogido opiniones de maestros de diversos niveles de enseñanza, y coinciden en que los resultados fueron mediocres.

Pero falta averiguar en qué grado fallaron las condiciones económicas en que viven muchas familias que no llegan a computadora y cómo influyó la pobre o nula vigilancia de los padres y tutores sobre el trabajo de los alumnos a su cuidado.

Por otra parte, es penoso que desde ahora estemos recibiendo a los diputados infantiles con una burda demostración de pobreza gramatical. Los boletines que se mandan a la prensa hablan de “las diputadas y los diputados infantiles” por aquí y “las diputadas y los diputados infantiles” por allá, enviando a la basura la regla gramatical que manda usar el sustantivo plural en masculino cuando en la misma frase u oración se menciona a individuos de ambos sexos. Con que se diga que vienen “los diputados infantiles” se entenderá que se trata de niños y niñas.

El presidente más ignorante que ha tenido México (]Fox) comenzó con ese dislate para caerle bien a las mujeres, y cuanto político aparece lo imita con los mismos objetivos políticos. Ya he reprobado varias veces esa práctica pero considero mi obligación reiterar mi crítica una vez y mil veces más.

RECUERDOS DE ABRIL

En mis tiempos de preparatoriano (1950-1952) el 21 de abril se celebraba el Día del Estudiante con coronación y baile de la chica seleccionada. Organizaba la elección la FEUS y las candidatas realizaban diversas actividades para reunir fondos para comprar votos.

La primera reina fue Delfina Maldonado, una linda rubia de porte distinguido, alumna de la Normal, en 1949; al año siguiente eligió la muchachada a otra rubita, ésta de ojos verdes, también normalista, Aída Mendoza. Creo que nunca tuve ocasión de dirigirle más que el saludo, pero era un deleite admirarla en los corredores en los lapsos de descanso. En 1951 el reinado cambió de escuela: lo obtuvo Norma Gloria Rico, alta y esbelta, de cabellera castaña, estudiante de Comercio. Y en 1952 ganó Beatriz Eugenia Montijo Híjar, del bachillerato de Ciencias Sociales, al paso de los años abogada y maestra del Departamento de Derecho.

Bellos años que se fueron y que vuelven, al menos con ropaje de recuerdos.

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