Texto publicado originalmente en 2016

Desde hace cien años nos hemos (mejor dicho: nos han) acostumbrado a percibir a la Revolución Mexicana con solemnidad y admiración por nuestros próceres patrios, desde Francisco I. Madero hasta Elba Esther Gordillo, también conocida como "la Adelita de Preña Nieto".

El respeto merecido debe ser para los miles de mexicanos muertos en el campo de batalla. Sí.

Pero a los miles de léperos que han vivido del discurso revolucionario hoy y siempre, sólo les brindamos una solemne trompetilla. Y las caricaturas de Germán Osuna.

Este Osuna es el mismo que con sus dibujos quiso inmortalizar a La Jaiba Manjarrez... por eso se murió el pobre Jaibita.

Es el mismo Osuna que pintó su huella en Francia y Alemania, donde atrajo la mirada de bellas rubias que estudian a las especies en extinción.

Osuna el innombrable, el que un día fue llevado al Altar, y allí lo dejaron, en el desierto de Sonora.

Y ésta es la idea que el caricaturista tiene de la Revolución. Luego se nota que nunca escuchó los discursos del compañero presidente del partido tricolor.

Y se los dejamos en esta sección Retrospectiva, porque el humor contrarrevolucionario es nostálgico. Huele a temas desaparecidos, como el bigote de Don Porfirio y la decencia de los tecnócratas.

Ustedes tomen nota y si les gusta propongan a Osuna como caricaturista oficial de Cajeme. En caso contrario, díganle a los cobradores de Coppel dónde pueden encontrarlo.

Así sea.