La batalla que revivió la esperanza
Carlos MONCADA OCHOA
Miércoles 04 de Mayo de 2022

Algunos estudiosos de la historia de México, y de modo especial de la era juarista, se preguntan por qué la conmemoración de la batalla del 5 de mayo ha alcanzado niveles de devoción en la memoria del pueblo mexicano, si no desembocó en la expulsión de los invasores. Ni siquiera hubo tiempo para honrar con total entrega al defensor de Puebla, general Ignacio Zaragoza, pues falleció cuatro meses después de su triunfo, a los 33 años de edad.

Sin embargo, más importante que las consecuencias militares de la victoria fue el ánimo que inyectó a todo el pueblo mexicano, el convencimiento íntimo de que no estábamos (ni estamos) por debajo de ninguna otra nación por deslumbrante que se antoje su poder, que estamos en aptitud de vencer a enemigos pequeños y grandes.

Cada generación que traspone el umbral de la Historia acepta con naturalidad y sin cuestionamientos el homenaje anual a Ignacio Zaragoza. Hinca en tierra su rodilla, como lo hacemos todos este día, y agradecemos la batalla que revivió la esperanza de México en sí mismo.

 

ECOS DE LAS XXXI JORNADAS

Hice un paréntesis de tres días en mis labores periodísticas para asistir a las XXXI Jornadas Binacionales de Literatura en San Luis Río Colorado, y regresé con tantas impresiones, unas en la memoria y otras anotadas, que no encuentro espacio suficiente para publicarlas.

La estrella invitada fue el chiapaneco Oscar Oliva, quien recibió el reconocimiento emotivo de la tribu de escritores. El fundador de las Jornadas Rubén Meneses se esforzó por realzar algunas semejanzas entre la vida del visitante y la de Abigael Bohórquez, cuyo nombre lleva el encuentro, y comenzó por señalar que ambos nacieron el mismo año, en 1937.

Pero los números no cuadran, pues el Diccionario Bioblbliográfico de escritores de Josefina Lara y Russell M. Cluff, da el 5 de enero de 1938 como fecha de nacimiento del poeta visitante. Éste también hizo de las suyas. Respondió a la presentación de Meneses con una reflexión sobre el largo viaje de Tuxtla Gutiérrez a San Luis, unos 3,300 kilómetros, y su admiración por el desierto, y tres días después, en la clausura de las Jornadas, olvidó que ya había hecho esa reflexión y la repitió palabra por palabra.

Se le perdona porque a los buenos poetas se les perdona todo. Entre los dos discursos citados dio una conferencia en la que se declaró admirador de los clásicos, y por tanto, afirmó: “Soy un poeta de retaguardia”, en oposición a quienes se ostentan como poetas de vanguardia. Y con la frase “un poeta no sirve para nada”, me hizo recordar la de Oscar Wilde: “Todo arte es totalmente inútil” ¡Saludos a los sanluisinos y gracias por sus atenciones!

carlosomoncada@gmail.com

 
 

Copyright © 2006-2024. Todos los Derechos Reservados
InfoCajeme
www.infocajeme.com