Al oírle mencionar al gobernador, entre las posibilidades de resolver la falta de agua, la construcción de desalinizadoras de agua de mar a lo largo de las costas, es inevitable que aflore a la mente el recuerdo de que el gobernador Armando López Nogales a un paso estuvo de construir una para Hermosillo.
Había superado obstáculos difíciles, como la oposición de los agricultores de la costa cuyas tierras podrían ensalitrarse. El gobernador acudió al plan B: en lugar de abrir pozos en tierra firme y tomar de ahí el agua salada, los ingenieros resolvieron abrirlos mar adentro y que la sal quedara ahí mismo. Era una solución más cara pero que calmó a los quejosos.
Y se lanzó la convocatoria para seleccionar la mejor propuesta de las empresas constructoras y se cerró el plazo con la recepción de varios proyectos.
El presidente municipal Francisco Búrquez, a quien le oí decir en un desayuno de Los Madrugadores la mentira gigante de que estábamos parados sobre un manantial y que no había necesidad de desalinizar el agua, promovió un amparo para el efecto de que la administración de ese recurso volviera al Ayuntamiento y se mandara al diablo el proyecto del gobierno del Estado.
¡Y que viene a visitarnos el presidente de la República más inepto que se ha conocido, esto es, Vicente Fox! En la camioneta en la que lo llevaban al aeropuerto para que regresara a México, el panista lo interpeló: “¿Por qué no le devuelves el agua al presidente municipal? ¿Porque es panista?” Y López Nogales se dobló y contestó: “Porque no me lo ha pedido”.
Esto lo cuenta el mismo López Nogales en su libro “Mis raíces y mis años”. Le tuvo miedo a enfrentar sus razones a las del Presidente, miedo a que le retirara apoyos que, por cierto, no fueron para deslumbrar a nadie. Y cuando el tonto presidente iba volando ya había ordenado el de Cananea que citaran a la Casa de Gobierno a los funcionarios de lo que ahora se llama Agua de Hermosillo y a los regidores del PRI y a sus aliados, para que se rajaran.
Les ordenó que se rajaran como él se había rajado..
El único que tuvo un gesto de dignidad y se retiró de la junta fue el arquitecto Enrique Flores López, ya desaparecido.
¿Cómo estaría hoy Hermosillo si López Nogales hubiera sacado valor de quién sabe dónde y hubiera seguido adelante? Por lo pronto, no habría sido necesario construir el acueducto al Novillo y no estarían en la zozobra centenares de productores por la sequía y porque les siguen robando el recurso. De aquel episodio a la fecha han transcurrido dos décadas, sin duda habría hoy buenas técnicas para manejar la sal que se acumulara en la costa. Y lo irónico fue que cuando ya el gobernador las había dado, la Corte le negó el amparo al ayuntamiento panista.
Imposible negar que un buen gobernador es el que se faja los pantalones y se le enfrenta a los pillos y bravucones.
carlosomoncada@gmail.com