Respeto y comparto las expresiones de dolor de quienes perdieron bebés en la guardería ABC. La herida que se abre al perder un hijo –lo aprendí en carne propia—no cierra jamás. Pero repruebo la palabrería de políticos que a estas alturas prometen… ¿prometen qué? Prometen hacer justicia, dicen algunos.

Si hacer justicia es aplicar a los culpables (y primero, localizarlos, si los hay) las sanciones previstas en el Código Penal. tomando en cuenta las averiguaciones que se han hecho, incluida una a cargo de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, ¿pueden decirnos, al margen de la palabrería y las declaraciones para la prensa, qué queda por hacer dentro de la Ley?

Los papás y las mamás, no todos por cierto, han vivido con la ilusión de que se encuentre al culpable o culpables, pero los encargados de aplicar la Ley no han encontrado a culpables por dolo. A la luz de este hecho, ¿qué más intentarán las autoridades? ¿Mantener a los familiares con la ilusión de que “ahora sí”.

Guardaré los recortes de prensa con lo que ahora prometieron las autoridades para compararlo con lo que dirán dentro de un año. Podrá probarse entonces que de la ilusión que alimentan con palabrería al engaño sólo hay un paso. En lo personal, me parece que ya lo dieron.

INTERPRETACIÓN A CONVENIENCIA

Ansiosos por hallarle “peros” a las elecciones realizadas en los seis estados, y concretamente a los cuatro triunfos de MORENA, uno o dos comentaristas señalan que la afluencia a las urnas fue pobre. Esto, desde luego, no desvirtúa el éxito de quienes ganaron, sean de la oposición o de MORENA, aunque es desde luego lamentable que sean tan elevados los índices de no cumplimiento, por parte de los ciudadanos, de la obligación de votar.

Y no hay que dejar de lado la responsabilidad del Instituto Nacional Electoral, con una obligación más compleja a su cargo: ofrecer a los partidos las herramientas necesarios para hacer campañas de moderna propaganda.

Como haya sido, queda rarificado lo que sabíamos de antemano: que el PRI, el PAN y el PRD están prácticamente liquidados, al menos mientras caminan unidos. La teoría de que cada uno podría acarrear a las casillas un bonche regular de papeletas para que sumadas abrieran el camino de la victoria, es mera ilusión.

Tal vez debieran reflexionar los dirigentes de esos partidos en las ventajas de dejarse de experimentos y volver cada uno a su sendero original, de insuflar aliento a los ideales moribundos, de combatir las ambiciones internas, en suma, si se sacuden la contaminación de las alianzas

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