Ayer me quedé en Luis Encinas al recordar a los gobernadores que de veras se han interesado por la cultura. Seguiré analizándolos cronológicamente. Me contó mi querido amigo y profesor de Literatura Bartolomé Delgado de León, que cuando ganó la elección Faustino Félix Serna él le preguntó si crearía una dirección de Cultura y don Faustino le contestó: “Yo me voy a dedicar a construir escuelas, a pavimentar calles, a dar agua a los pueblos, a comprar patrullas. El que siga luego de mi sexenio que a todo eso le ponga los moños”.
Carlos Armando Biébrich ni tiempo tuvo de pensar en la cultura. Alejandro Carrillo Marcor construyó la Casa de la Cultura, a la entrada pusieron hace mil años una placa fea con su nombre y es hora de que no la mejoran. También es legado suyo el Kiosco del Arte en la Colonia Pitic. Samuel Ocaña García dejó huella con su labor editorial, los libros que editó se repartían gratuitamente; creó Telemax y Radio Sonora, El Colegio de Sonora, terminó los detalles en la Casa de la Cultura y la puso a funcionar, mandó grabar música sonorense en discos L. P., fundó el Parque Ecológico y varios museos. Le debemos los murales del palacio de gobierno.
De los gobernadores mencionados en los párrafos anteriores, Ocaña fue el único que asistía a eventos culturales, particularmente los de historia. Su sucesor Rodolfo Félix Valdés decretó la creación del Instituto Sonorense de Cultura. Recuerdo haberlo visto en una exposición de en la Casa de la Cultura porque lo invitaron a cortar el listón, y en un concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional en el Auditorio Cívico del Estado. En esa ocasión, por estar platicando con sus amigos no se dio cuenta de que el director Enrique Diemecke ya estaba en el pódium esperando que hubiera silencio para comenzar. RFV puso en marcha el primer festival Dr. Alfonso Ortiz Tirado en Álamos.
Manlio Fabio Beltrones demostró su interés por la cultura igual que Luis Encinas: acudiendo a los eventos como público, más que por la obligación de inaugurarlos. Me consta. Acompañó a los cronistas (ACROS) en la asamblea que hicieron en Caborca. Puso en marcha la primera exposición de los pintores de Trento que comenzó en San Luis Río Colorado y se llevó a varios municipios. Después recibió en palacio de gobierno al poeta Renzo Francescotti, también de Trento. Asistió a la función de danza folclórica que dieron los cubanos en el Auditorio Cívico del Estado. Firmó con CONACULTA el convenio marco de colaboración que permitió traer artistas de excelencia a Sonora. Patrocinó la publicación del Atlas, obra genial de Julio César Montané. Estuvo en varios simposios de historia, Le dio al Instituto Sonorense de Cultura su actual edificio sede. Desató el nudo de la Inauguración del Teatro de la Ciudad que en 15 años no se podía inaugurar y, debo repetirlo, en éste y en otros de los eventos mencionados, estuvo como público.
Al gobernador Armando López Nogales nunca le vi interés por las actividades culturales, más bien utilizaba su tiempo libre en echarse cascaritas de baloncesto.
Eduardo Bours Castelo repuso un cuadro que faltaba en el Salón de Gobernadores y embelleció el palacio de gobierno. Gracias a él contamos con el Museo Arte Sonorense, MUSAS, en Hermosillo, y el Museo de la Revolución, MUSOR, en Cajeme. Pero no era asiduo asistente a los eventos. Y a los gobernadores Padrés y Claudia Pavlovich la cultura les pasó de noche. ¿Qué diremos del gobernador Alfonso Durazo? No sé que se haya asomado hasta hoy a un concierto o función de teatro, pero le daremos chanza para hacerle corte de caja cuando cumpla un año en el Ejecutivo. Espero que reaccione pues la única manera de entender a los creadores de cultura es meterse a su mundo. Verá que la experiencia renueva la mente y el espíritu.
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