Como ayer cumplí años, había planeado regalarme un día de flojear y no escribir mi columna. Pero el miércoles me sucedió algo que me siento obligado a contar, sobre todo para corresponder a quienes tuvieron la amabilidad de felicitarme. Les advierto, sin embargo, que como lo indica el titulo de hoy, me apartaré por completo de los temas políticos. Resulta que…

El miércoles fui a hacer unas cuantas compras a Soriana y una anciana se acercó a meterlas en bolsas. Era una mujer delgada, de pelo totalmente blanco enmarcando su carita de expresión serena. Me busqué en el bolsillo una moneda para dársela de propina, la saqué junto con un billete de 20 pesos y le dije:

---Le iba a dar diez pesos por la ayuda que me presta, pero le entregaré los veinte pesos porque mañana es mi cumpleaños.

--¿De veras? ¿Y cuántos años cumplirá?, me preguntó. Le respondí que 88 años y replicó, animada: ¡Somos de la misma época! Yo cumplí los 88 en mayo.

--Ah, no, contraataqué. No somos exactamente de la misma época. Usted nació en mayo y yo en junio. Soy más chico que usted.

La dejé ahí, con una linda sonrisa en su carita, y mientras me dirigía al automóvil reconocí en mis adentros que he perdido facultades en el difícil arte de coquetear con mujeres. Cuando me dijo que éramos de la misma época, debí haberle contestado, mirándola soñadoramente a los ojos:

--Es cierto. Si nos hubiéramos conocido antes, en el momento adecuado, podríamos haber sido novios.

A lo mejor en mi próximo cumpleaños, en 2023, encontraré otra viejita como ésta y recupero mi antigua rapidez de réplica.

¡Buenos días, señoras y señoritas!

carlosomoncada@gmail.com