Cuando sintió dentro de su cuerpo la hoja del cuchillo, Jacinto Flores Sánchez volteó hacia uno y otro lado con cara de sorpresa a ver a sus compañeros.
No podía creer que tuviera en su pecho el instrumento de trabajo con el que segundos antes intentaba descuartizar una carne de cerdo “muy dura”.
“Hice mucha fuerza pero de pronto se soltó la carne y me encajé el cuchillo”, recuerda.
Después sólo alcanzó a ver a sus compañeros corriendo hacia él para auxiliarlo y cuando despertó ya lo habían operado en el Seguro Social de Obregón.
Ya en el hospital se enteraría de que el cuchillo le había producido una herida en la parte derecha de su corazón, lo cual todavía le pone la carne de gallina.
Según estadísticas oficiales, menos de un 10% de pacientes con este tipo de lesiones tan graves logra llegar a un hospital para recibir atención médica urgente, pues la mayoría fallece en el lugar donde sufrió la lesión.
Vida nueva
“Volví a nacer. Ahora amo más la vida y tendré que hacer las cosas con más cuidado”, afirma desde la cama 102 del cuarto piso del Hospital Regional Número Uno del IMSS.
De 24 años, casado con Sofía Vázquez Sol, con quien tiene a dos niñas: Naomi Liliana, de tres años, y Francisca Angélica, de tres meses, sostiene:
“Este accidente me cambia totalmente la vida; me doy cuenta de que en un instante puedes morir y por lo tanto tienes que aprovechar la vida para estar más con la familia y disfrutarla”.
En el pecho de Flores Sánchez se aprecian las huellas de la gran experiencia vivida.
En el lado derecho, debajo de la tetilla, la sutura sobre el sitio de ingreso del cuchillo con que laboraba y en el izquierdo, la de la cirugía practicada para volverlo a la vida.
Sus hijas no han podido ir a verlo en el hospital desde que el 19 de marzo fue llevado por personal de la planta procesadora de alimentos donde trabaja, dice, pero ya tiene ganas de volver a verlas.
“A mi me dicen que ya como quien dice me había muerto”, afirma el joven originario de Loma de Bácum e hijo de Refugio Flores Álvarez y Tirsa Sánchez Buitimea.
Agradece
Por eso da gracias a Dios y a los médicos del IMSS que se pusieron las pilas y le regresaron prácticamente de las garras de la muerte.
Durante su permanencia en el hospital le han ido a visitar muchos amigos y compañeros de trabajo que le recuerdan cómo fue auxiliado de inmediato para traerlo desde Bácum, sede de la empresa, al hospital en Obregón.
En esa frigorífica tiene tres años trabajando, dice, pero ahora su esposa y su madre le han pedido que ya no regrese.
“La empresa me ha ayudado con despensas para la familia y aquí en el hospital me han tratado muy bien, pero la estoy pensando, a ver si regreso o no a trabajar ahí”, afirma.
De cualquier modo, asegura, en Loma de Bácum no hay muchas opciones de trabajo y por ello la mayoría de los varones debe salir a otras comunidades en busca de trabajo.
Trabajo en equipo
El doctor Gilberto Pérez Rodríguez, director de la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE), reitera que este milagro de vida se debe en gran parte a la oportuna y coordinada atención del personal médico y de enfermería del servicio de urgencias.
Cuando el muchacho llega a urgencias casi al borde de la muerte, precisa, en 15 minutos se le pudo alistar para llevarlo al quirófano.
Durante la operación hubo un espacio de 40 minutos de fibrilación en la que el corazón se resistía a volver a su frecuencia cardíaca, con latidos que en ese momento no le servían al organismo, explica.
Por ello se procedió a realizar la compresión directa en el órgano para hacer la función de bombeo que permitiera hacer llegar la sangre al cerebro y al resto del cuerpo, lo cual le ayudó para evitarle lesiones cerebrales.
Ya estable, un poquito más gordito, pues le ha gustado la comida y el trato en el hospital, en un lapso de 72 horas Flores Sánchez podría ser dado de alta.
Ayer le quitarían las sondas mediante las cuales drena los desperdicios producto de la operación y estaría listo para salir a recuperarse y después disfrutar su vida normal.