De la pachorra a la acción
Carlos MONCADA OCHOA
Martes 19 de Julio de 2022

Después de la pachorra cultural en la que nos ahogaba la administración de Claudia Pavlovich, la de Alfonso Durazo deslumbra por su variada actividad: festival de monólogos en San Luis Río Colorado, convocatoría del Concurso del Libro Sonorense 2022, Un Desierto para la Danza en septiembre en Hermosillo, convocatoria para grupos o artistas que quieran participar en el Festival Alfonso Ortiz Tirado de Álamos, y no sé en qué fechas concretas, la Feria del Libro.

Estos son eventos de pantalones largos.

Y como si fuera poco la actividad del gobierno programada por conducto del Instituto Sonorense de Cultura, agréguense la que los artistas realizan por su cuenta: el Encuentro de los que leen con los que escriben, de Escritores de Sonora A. C., a fines de septiembre; Bajo el Asedio de los Signos en Ciudad Obregón, y el afán de los pintores de sembrar de murales Hermosillo, Caborca, Empalme, Ciudad Obregón y Cócorit.

Esta maravillosa aventura de multiplicar el color en los sitios que nos rodean ojalá se difunda en todas las poblaciones de Sonora.

La diferencia entre la pachorra y la hiperactividad de hoy, me gusta.

 

LOS JÓVENES Y SU HADA OCTOGENARIA

Siempre ha sido un gozo para mí, que he disfrutado en tiempo y profundidad a nuestra Universidad, entrar al campus, recorrerlo a pie o en vehículo, admirar los árboles, respirar el aire de inteligencia… y recordar.

El próximo mes de octubre cumplirá 80 años y me complace contar que comencé a vivir con ella y por ella hará 72 años el 25 de agosto. Ese día de 1950 me hundí por primera vez en la belleza arquitectónica de la Universidad. Me acompañaba mi madre para matricularme y yo avanzaba a su lado por toda la Rosales preocupado; pensaba que habría una larga cola de muchachos dispuestos a inscribirse. Al subir la escalinata central descubrí que yo era el único.

La soledad de ayer, motivada por las vacaciones, me hizo recordar la soledad de entonces motivada por algo parecido: las vacaciones apenas terminaban.

No se necesita hacer referencia a aspectos materiales para explicar el amor a la Casa de Estudios, por ejemplo, la primera vez que vi el emplomado multicolor en el descanso de la escalinata principal, o el verde césped frente a Rectoría o la paz de los jardines interiores.

La Universidad es el espíritu que juega en el ambiente, inflama de orgullo, enciende el ánimo, genera el milagro de mantener vivo el amor de viejos y jóvenes por esta dama joven y octogenaria.

carlosomoncada@gmail.com

 
 

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