La desalinizadora Guaymas-Empalme, un cuento chino
Carlos MONCADA OCHOA
No sé por qué no se invitó a la ex gobernadora Claudia Pavlovich a la inauguración de la planta desalinizadora de El Cochorit, si ella fue la que la planeó, la inició, enredó las cosas y de hecho, la terminó.
Lo ideal habría sido, en mi opinión, que se hubiera ordenado previamente una auditoría de las inversiones en esa planta y también que se la hubiera invitado, de manera que si la auditoría hubiera detectado alguna irregularidad (que no creo, ¡no, no!), se habría aprovechado la presencia de la señora cónsul en Barcelona para pedirle las aclaraciones pertinentes y dictar el auto de formal prisión, esto, claro, si fuera necesario..
En mi libro “Las claudicaciones de Claudia”, que se publicó el año pasado, viene la historia de la planta. Se sintetiza en el capítulo IV cuyo título es el mismo que el de esta columna. Ahí cuento y documento que la promesa de construir una planta pequeña como ésta que han inaugurado, hacerla crecer y luego tender un acueducto de Guaymas a Hermosillo, se formuló en el discurso de toma de posesión. Luego se informó que los trabajos se iniciarían en 2016 y se terminarían en tres años.
Le fueron dando largas al asunto, cambiando fechas, los costos crecieron, y al terminar el sexenio de doña Claudia, en 2021, se anunció que se realizarían pruebas. Finalmente se inauguró en estos días, al cabo de seis años. La emoción impidió recordar que lo del acueducto Guaymas-Hermosillo fue un cuento chino, si me perdonan la repetición.
Alberto Vizcarra sostuvo, en una de sus últimas colaboraciones periodísticas, que como quiera que la pongan, la planta es un paso sobre el camino adecuado: la política de gestión de más agua. Estoy de acuerdo en que es un paso adelante, aunque un paso pequeño. Si se sigue por este camino al mismo ritmo, el problema de la escasez de agua en Sonora podría quedar resuelto en otros 50 años, concretamente, hacia 2072. ¿Es mucho? No creo. 50 años como quiera se van. Ni Alberto ni yo tendremos sed para entonces, pero nos alegraremos de que al fin haya agua suficiente en Sonora pelando los dientes de nuestras respectivas calaveras.
Tal vez para entonces uno de los hijos o nietos de los reporteros actuales habrá leído mi libro.
¿SE ACUERDAN DE LA CONASUPO?
Ahora que el presidente AMLO ha planteado la posibilidad de que el gobierno adquiera grandes cantidades de leche, para venderla a la gente a bajos precios (con la protesta consiguiente de los productores), he recordado aquella dependencia federal que se llamó Compañía Nacional de Subsistencias Populares, CONASUPO.
Entre los funcionarios ejemplares que la dirigieron estuvieron el profesor Carlos Hank González, y si no me equivoco, el chiapaneco Jorge de la Vega Domínguez. Los puestos expendedores llegaron a sumar miles y se instalaron lo mismo en ciudades importantes que en pueblos muy aparatos de las vías de comunicación.
¿Les da vergüenza copiar lo que fue bueno para el pueblo en el periodo neoliberal?
carlosomoncada@gmail.com