“Dios perdona siempre, el hombre (los seres humanos) a veces, … la naturaleza nunca”. Saulo de Tarso (San Pablo: El Gran León de Dios).
La humanidad desde su existencia, ha estado a merced de dos principales riesgos: Primero, los provocados por los mismos seres humanos, con acciones que van en contra del tan nombrado desarrollo sustentable; y en segundo, los fenómenos meteorológicos. En estos procesos, puede haber cierto grado de prevención o de provocar un efecto menor a la humanidad y al medio ambiental.
Brevemente, como concepto sustentable se entiende a las acciones concertadas de las naciones para impulsar un modelo de desarrollo económico mundial compatible con la conservación del medio ambiente y con la equidad social. Desarrollo que se fundamenta en tres ejes principales:
1.- Un desarrollo que tome en cuenta la satisfacción de las necesidades generacionales presentes. 2.- Un desarrollo respetuoso del medio ambiente y 3.- Un desarrollo que no sacrifique los derechos de las generaciones futuras. (Fuente: sds.uanl.mex/desarrollo_sustentable/).
Desde los años 50 del siglo XX algunos países europeos, han firmado estos acuerdos en varios foros, que después se han extendido a casi todos el mundo: Los acuerdos de Roma (firmado al principio por la Comunidad Económica Europea.1957); de la ONU (1987 con la Comisión Mundial del Medio Ambiente y Desarrollo: “Nuestro Futuro” o “Informe Brundtlant”), y otros hasta el 2017 y más actuales. Ejes donde la participación comprometida de los gobiernos es fundamental, pero la importancia de involucrar a una sociedad verdaderamente responsable. Donde los gobiernos de cada país tienen la obligación constitucional de velar por la seguridad de su población y, de la conservación del medio ambiental.
Si bien el desarrollo de los pueblos y de sus habitantes, es propio de la evolución de las civilizaciones, donde la piedra angular, es buscar el bienestar de la misma, sin el deterioro del medio ambiente, ni atentar contra la seguridad, ni con la vida de los seres humanos, preservando controladamente la fauna y la flora, evitar la contaminación ambiental, y hasta donde sea posible evitar los daños de los fenómenos meteorológicos, o climáticos naturales.
La gran mayoría de los seres humanos, parece que actuamos en sentido contrario, destruyendo nuestro planeta a pasos agigantados, no cuidamos nuestro entorno ambiental, atentamos contra la vida de nuestros semejantes, en aras del poder económico, social y político.
Por ejemplo en nuestro País, se construye donde no se debería, o se hacen construcciones de mala calidad, sobre todo con ALGUNAS obras públicas, donde para “ahorrar costos” se “sacrifica parte de la calidad”, o mejor dicho, las autoridades políticas realizan varias obras, porque entre más obras hagan con aquellas características, MAS LES SOBRA.
En Sonora, como otro ejemplo regional, se han construidos (en vados de ríos) sobre los cauces naturales de los ríos, una carretera de doble carril que ha durado más de 3 sexenios en construirse, que por cierto hay un tramo de unos 300 o más metros que colinda con Sinaloa, que no se ha concluido en esos sexenios, el tramo de la vergüenza (ver artículo en medios digitales), donde se sospecha “ahorro-embolsado” de varios milloncitos de pesos, en tan pequeño tramito no construido. Carretera que cada época de lluvias, los cauces de los arroyos, destruyen parte de ella, y a veces provocan pérdidas de vida humanas y de la fauna y de la flora.
En las intensas y torrenciales lluvias de estos días, no ha sido la excepción los daños en las carreteras y calles de algunas ciudades del Estado Sonora, donde los drenajes pluviales son insuficientes o de mala estructura (desde trienios anteriores) y evidencia los inútiles bacheos de sus calles y por cada automóvil que cae en uno estos, algún funcionario de antes y actual, en sus castos oídos escuchará una maledicencia que empieza con “chi…” Como dijo un gran amigo: “trienios de corrupción brotan en cada esquina”, por las alcantarillas de las calles de ciudad Obregón; consecuencia de los daños causados por las lluvias. Lo más lamentable, son las pérdidas de vidas humanas, más de una decena de fallecidos, ahogados en las aguas que corren por los ríos; casos publicados en redes, con un “amarillismo” que sirve para alertar a la población de los riesgos que conlleva cruzar los caudalosos cauces.
Estas lluvias traerán mucho beneficio a la economía productiva del Estado, sobre todo a la agricultura y a la ganadería, quizás las presas de todo el territorio estatal rebocen con tan preciado líquido que nos cae del cielo.
O tal vez Dios, el hacedor del universo nos mandó estos torrenciales de agua, para limpiar las sangrientas manchas que invaden no solo al estado, sino también en otras regiones del País, por tantas masacres entre los seres humanos, unos culpables, junto con autoridades pasadas y actuales, que tal parece, que siguen con pasividad contemplativa, ante tanto crimen que ya casi sobre pasa la mortandad causada por la Pandemia COVID.
Recordemos a Saulo de Tarso, (San Pablo) en la obra de la escritora Taylor Caldwel. El Gran León de Dios: Dios perdona siempre, el hombre a veces y la naturaleza NUNCA”.
La ciudadanía desea que los constructores de obras públicas y las autoridades que las conceden por “licitación democrática…dirigida”, tomen en cuenta el anterior axioma o frase. No construyan obras, para que de estas le$ sobren y se hagan de mulas Pedros... Políticos sexenales y trienales (mochilas para los chavos que van a la escuela…pidió el morrito).
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@RaulHectorCampa1