Desde la cresta de la pandemia, 35 mil niños os contemplan
Carlos MONCADA OCHOA
Lunes 5 de Septiembre de 2022

Dura la responsabilidad que comparten las autoridades de Educación federal y estatal y los padres de familia. La información unificada de las fuentes indica que al menos 35 mil niños no han vuelto a las aulas para reanudar con normalidad los cursos. ¿Qué hacer?

Es comprensible el temor de los padres, que prefieren al hijo analfabeta y sano que alfabetizado pero en una cama de hospital. Y más si han tenido en la familia o en el barrio casos mortales por el covid. Por su lado, las autoridades están obligadas a convencerlos de que está garantizada para los menores la salud, y que privarlos de la instrucción y de la convivencia con otros chicos puede deformarles la personalidad y causarles complejos.

No soy especialista en Educación y menos cuando se complica con problemas psicológicos por el lado de los padres. Pero no son casos aislados que pudieran dejarse encargados al tiempo. Treinta y Cinco Mil niños es un número muy elevado. Y urge atenderlo con eficacia.

 

ESE NO ES UN BACHE, ES UN CRIMEN

La calle General Yáñez suele estar relativamente bien conservada, cuando menos en la porción que corresponde al centro. Pero hace tres días recibió mi carro un golpe brutal, y yo lo compartí de rebote, al caer en un bache no lejos del cruce con la Colosio.

El agua impedía verlo, y de pronto cayó la llanta delantera con estrépito, luego la de atrás y el celular y la cartera con la licencia saltaron del bolsillo de la camisa y hubieran aterrizado en el charco, afuera, si no hubiera llevado arriba el cristal de la puerta.

En tiempos del alcalde Maloro Acosta un bache semejante me rompió la llanta del automóvil, y tarde se me hizo ahora, con ese recuerdo, para encontrar un área donde estacionarme para revisar los daños. No los vi a simple vista. Quién sabe cómo los recibiría la estructura del carro y el motor.

Cuando el profesor Carlos Hank González era el jefe del Departamento Central de la Ciudad de México (algunos todavía le llamaban “regente”), los funcionarios mayores, medianos y pequeños (en estos últimos andaba yo) teníamos instrucciones de ir cada mañana al trabajo con los ojos bien abiertos y tomar nota de los baches, los semáforos descompuestos, las fugas de agua y cualesquier otras deficiencias parecidas. Las reportábamos a una oficina de donde sin más trámite salían brigadas a atenderlos.

No somos en Hermosillo tan exagerados como para pedir un alcalde igual a Hank González, pero sin duda es conveniente copiar las ideas de quienes han gobernado bien en su oportunidad. En un descuido, el seños presidente municipal nos sorprende y resulta mejor que Hank.

carlosomoncada@gmail.com

 
 

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