Estamos más allá de la sencillez de nuestra provincia donde hemos colgado como ropa vieja regionalismo y visión de la realidad ahora presente tras el matiz de la ciudad chilanga del país.
Ya no existimos como el grupo original de rock pues solo quedamos activos tres de sus miembros.
Horas largas y tercas nos ubican casi a diario en las oficinas de Discos Capitol allí por Ayuntamiento. Un café de chinos frente a la grabadora de Los Shippys libera el tedio de esperas interminables para conseguir una sesión de grabación.
Tras un año de ires y venires tenemos fecha para una sesión de grabación que no va cobrar historia porque no vino el baterista.
El Gordo Lizama "Yo les consigo otro baterista" remata la depresión de perder esta oportunidad.
Tendremos una segunda opción pero no hay fecha.
El café con leche del restaurante de chinos frente a la Capitol estila desde la altura de una tetera de aluminio para volverse espesa y oscura en un vaso de cristal donde cae y forma su constelación de burbujas estalladas.
Han transcurrido más de un mes y no logramos pasar al olimpo tras el grueso cristal que la aisla del área de grabación de varios canales con la que la empresa gringa ha modernizado su tecnología para grabar en estrías de vinilo negro.
A pesar de todo la Capitol nos presta un espacio para ensayar dentro de sus instalaciones.
Los Hermanos Zavala han lanzado Windy un cover del Hit Parade.
Este grupo coral con estudios en Alemania nos contrata para Acapulco.
Por primera vez nos hospedamos en un Hilton cinco estrellas frente a la playa.
Vinimos al puerto en un jet de Aeroméxico y en un fin de semana sacamos el trabajo para regresar a la Ciudad de México tras haber cenado en el restaurante de La Quebrada donde un clavadista rompe la ola que lo separa de la muerte.
Foto: Los Bluebirds en el Olímpico.