“El patriotismo se afinca en el territorio porque es estable, pero se requiere que se ensanche, que se abra a un radio mayor y, sobre todo, que dentro del hombre aparezca el ciudadano. Lo que comenzó por un instinto acabará por ser una virtud”. Rafael Uribe-Uribe. Abogado, periodista, catedrático. Colombia 1859-1914.
En los nombrados meses patrios, el territorio nacional mexicano se llena de un fervor patriótico y patriotero, no solo de los gobernantes en turno, sino también de la ciudadanía en general. Se festeja: El día de la bandera el 24 de febrero; en septiembre mes de la patria por el inicio de la Independencia, con el grito incitador de la planeada insurgencia, por Miguel Hidalgo y Costilla; la madrugada del 16 de septiembre de 1810. Fusilados los primeros “alzados”, dos grandes insurgentes se pusieron al frente del movimiento emancipador: José María Morelos y Pavón e Ignacio López Rayón; éste último a dos años del inicio de la guerra de independencia, con disparos al aire festejó en ese mismo mes, pero de 1812 el movimiento independentista. En el mes de noviembre se conmemora el inicio de la revolución mexicana, iniciada el 20 de noviembre de 1910 (que se gestó desde 1906). Ambos movimientos se adelantaron por infiltrados delatores, traidores disfrazados de patriotismo, siendo abyectos patrioteros mercenarios a otros intereses.
Cuando se proclamó la independencia del país, se instaló el primer Imperio Mexicano (27 de septiembre 1821), un día después de la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México. Llamado así, porque defendió las tres garantías: Religión católica, la unión entre los bandos de guerra y la Independencia de México. Guerra, entre intestina y fratricida, de los naturales mexicanos, mestizos, criollos y españoles residentes o nacidos en el país o en la propia España, que se unieron en la lucha de independencia por diversos intereses, de desligarse de la corona. Otros, con el verdadero propósito de consolidar una “nueva Patria”. La gran masa de combatientes, quizás sin saber que era esa patria por la se luchaba, eran el pueblo originario y el mestizaje; tomados como carne de cañón en esas luchas. Como sucede en la actualidad, el control de la masa amorfa por políticos y sus intereses.
El ejército Trigarante duró de 1821 a 1823, al mando de Agustín de Iturbide, que en 1822 se erigió como el primer emperador de México hasta 1824 (solo duro 17 meses). Algunos se quisieron eternizar en el poder, desde la época independiente: como Antonio LÓPEZ (“sin agra”) de Santa Anna (poco más de 10 años, intermitentes), Juárez (14 años incluido el primer año como presidente interino.
El bien amado por nuestro actual presidente), y Porfirio Díaz (Poco más de 30 años).
En la etapa post revolucionaria solo duraban 4 años en el poder, pero el gusanito de reelegirse les incitaba en sus mentes, aquí también hubo “traicioneros a la patria”, que ellos querían hacerla como de su propiedad. Después, a la fecha los presidentes en turno, solo duran 6 años, dándose vida de emperadorcitos, que sueñan con dictaduras más largas o seguir prendidos de la ubre del poder; ya sea a través de sus partidos (como la dictadura perfecta, pero muy imperfecta del PRI y que ahora pretenden mimetizarse con los que llegan al poder, tal cual). Todos tenían sus virreyes. Anhelan convertirse en dictadores atrás del poder, dictando (“soterradamente”) líneas.
Se entiende, en breve definición, por dictadura: “Un gobierno que, invocando el interés público, se ejerce fuera de las leyes constitutivas de un país”. Y así tratar de volver al poder hegemónico, de un solo partido o un solo hombre o mujer. “Y no me salgan que la ley es la ley”.
Algunos presidentes, por el amor a la patria, le han dado en su “matría” a la misma; unos menos, otros más. Son violadores seriales de la Constitución de 1917 (derivada de la de 1857) que “nos rige”, que sigue siendo altamente manoseada y violada para fines ad hoc del tlatoani en turno y su séquito (partido). Dejando el mandato Constitucional, sus artículos, como letra muerta u objeto de desecho a modo. Menos el actual presidente …también… violador serial; bajo el manto patriótico. Se toman el derecho de hacerlo por su espíritu “patriótico” o “patriotero”; adjetivando, a quienes no coincidan con sus caprichos palaciegos, de conservadores y traidores a la patria. ¿Y TU NO? Se preguntarán entre ellos, los políticos y los tránsfugas de tantos partidos.
Los presidentes al final de su existencia (pero no por fusilamiento, como Maximiliano de Habsburgo, el 19 de junio 1867), sueñan tener en su epitafio las palabras que pronunció el emperador importado, antes de morir; que diga, si mueren “por el estrés que causa gobernar”: “Voy a morir (o morí) por una causa justa, la de la independencia y libertad de México”. ¡Que mi sangre selle las desgracias de mi nueva patria!
Según algunos historiadores, el bien intencionado y bonachón de Maximiliano, fue, después de Hidalgo y de Rayón (aunque este solo disparó balas), el tercero en dar el grito de conmemoración, en Dolores, Hidalgo, en 1864.
Colofón.
Pero cual es la definición de estos dos conceptos, tan en boga, de patriótico y patriotero: términos que cada quien, se atribuye según como “les va con la feria ($)” política, y poniendo aquellos epítetos de traidores a la patria. Los patrioteros que se atribuyen para sí, el título de “patriotas” que sexenalmente quieren reinventar la patria, en vez de mejorar lo que mal funciona y no destruirlo.
La Real Academia Española define el patriotismo como amor a la patria, sentimiento y conducta propios del patriota; el patrioterismo definido como alarde propio del patriotero y patriotero el que alardea excesiva e inoportunamente de patriotismo.
PATRIOTISMO: Sentimiento de adhesión emocional, de amor incondicional y de lealtad, sentido de pertenencia a la Patria, asignador de sentido a la propia existencia y a la vida del grupo social. (Arnoletto, E.J.: Glosario de Conceptos Políticos Usuales, Ed. EUMEDNET 2007, texto completo en http://www.eumed.net/dices/listado.php?dic=3)
El viva México cabrones, y con la gorra alcoholizada hasta atrás, es puro patrioterismo. “Es puro flato”, diría un ex panista.
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