¿Y qué esperaban? ¿Acaso un combate reñido donde el boxeador cuarentón pusiera en riesgo la vida y no disfrutar los millones de dólares que ganó? ¿O una exhibición de excelente boxeo y contrundencia por parte de un campeón que lo sigue siendo gracias a la ausencia de retadores de calidad?
Quienes esperaban eso y todos los que no esperaban algo más, terminamos decepcionados, aburridos, bostezando y con ganas de que terminara el combate para seguir disfrutando la noche de sábado.
Nadie escribirá que la saga "Canelo y Golovkin se odian" fueron tres episodios inolvidables en la historia del boxeo mundial.
Si acaso esto trasciende será nada más por la increíble cantidad de diñnero que genera un espectáculo como éste, promovido como si fuera una pelea épica, al estilo de las que tuvieron en su tiempo Jos Luis, Cassius Alí, Rocky Marciano, o más acá, el "Púas" Olivares, Salvador Sánchez, Julio César Chávez y Juan Manuel Márquez, sólo para citar a algunos de los muchos que nos atarantaron de emoción cuando dejaron el alma sobre el ring.
Este es el box actual. Mega promociones, difusión global y combates de dudosa calidad que pueden resultar buenos o no, eso es lo de menos. Lo importante son los ríos de dólares que fluyen sobre el encordado.
Si acaso algo bueno resultó de esta pelea fue la aparición de un nuevo método para curar el insomnio y que no causa adicción.