Es cuento de siempre el de los legisladores: suponer que si aumentan y aumentan las penas de prisión y las multas, los delincuentes, atemorizados, evitarán las conductas ilícitas. Si por eso son delincuentes: porque violan las leyes en la confianza de que no serán atrapados por la policía. Y menos temerosos se muestran cuando se trata de delitos sexuales, en cuya realización poco intervienen los argumentos que da la mente, y mucho, y de manera arrolladora y ciega, los que dicta el instinto.

Precisamente en ese campo, la diputada Alejandra López Noriega, dice un boletín de prensa del Congreso, se propone impulsar una reforma al Código Penal para que los violadores, además de sufrir la sanción privativa de la libertad y la económica, sean condenados a inhibir su libido (su deseo sexual) por determinado tiempo. No serán sometidos a operaciones quirúrgicas, que es lo primero en lo que piensa la gente (¡Hay que caparlos!, exclama la raza), sino a tratamientos químicos que logren aquel objetivo.

De la fría lectura del boletín parece desprenderse que, una vez dictada la sentencia con esa pena, bastará ordenar al laboratorio o la farmacia el envío de inyecciones o cápsulas que maten el deseo del sentenciado por tres años, seis, veinte, según el criterio del juez. Una sanción de esa naturaleza no puede aprobarse sin saber antes que existe el tratamiento médico químico adecuado, y la certeza de que conducirá a la inhibición citada, no a causar trastornos cardíacos al delincuente o a idiotizarlo.

Si bien cuando uno se entera de que un violador ha hecho de las suyas, tal vez asesinando a la mujer, dan ganas de agarrarlo a puntapiés y a garrotazos, el legislador al preparar la reforma y el juez al aplicar la ley, no han de olvidar que ese despreciable sujeto es un ser humano, por tanto, titular de derechos que han de respetársele..

La diputada López Noriega aseguró que se ha hablado mucho al respecto pero no se ha hecho nada. Eso no es verdad, Hay médicos, psicólogos, psiquiatras, maestros, ministros de diferentes cultos religiosos, que han tratado de apartar del camino erróneo a quienes han delinquido, y de evitar que lo tomen los adolescentes y los jóvenes.

Pero aunque hubieran hecho diez veces o veinte veces más lo que han logrado, el problema es sumamente complejo. Tan lo es, que no creo que adoptando el método hitleriano que propone la señora legisladora, se acabaría la violación. Más bien brotarían nuevas formas de corrupción sexual. Hay que insistir en las medidas que previene la ley vigente.

NO MERECE FLORES EL COLSON

Mañana se pondrá en marcha el Festival de la Palabra, el encuentro, dicen los organizadores, de los que escriben con los que leen (aunque son los mismos). En una muy leída columna se dijo ayer que dichos organizadores son Escritores de Sonora A. C. y El Colegio de Sonora. Si esta institución prestó un espacio para que se efectuara una rueda de prensa, no por ello hay que darle el mérito de organizadora. No lo tiene.

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