La estadística tiene varias definiciones, su aplicación también puede ser para diferentes fines, pero en muchos de los casos no explica la realidad de las cosas, los sucesos, principalmente cuando se aplican con fines políticos. Ejemplo:
Nicanor Parra dice: Hay dos panes. Usted se come dos. Yo ninguno. El consumo promedio. Uno por persona.
Tal vez para efectos estadísticos la resolución sea la correcta, pero para efectos de quienes se comieron los panes no.
En el aspecto político, los gobernantes dan continuamente información y datos estadísticos, ellos, doctos en el arte de la persuasión la presentan mediante diferentes modalidades, en más de una ocasión a quienes van dirigidas, les es difícil entenderlas.
Las estadísticas que ello manejan en sus finas presentaciones, muchas son negativas, otras positivas, en unas dicen que tienden a la baja, otras por lo contario van a la alza. Claro está de acuerdo a sus conveniencias.
Hablan entre otras cosas, de inflación, devaluación, de empleo, desempleo, riqueza, pobreza, aceptación de su forma de gobernar, etc.
Hablan también de la delincuencia en todas sus presentaciones que se ha asentado en todos los rincones del país, principalmente en las últimas cuatro administraciones federales. Pero tanto el gobierno actual como los anteriores juegan con una guerra de estadísticas, queriendo que la población acepte sus verdades mediante graficas presentadas donde manifiestan cada uno de ellos que la delincuencia en sus respectivos gobiernos fue controlada, o está a la baja en comparación de los demás.
Sin embargo la percepción del pueblo es no creerle a nadie, sólo a las realidades que están y estamos viviendo.
En torno a la delincuencia, el presidente López Obrador asegura que en lo que va de su mandato según sus datos los homicidios dolosos han ido a la baja. Mientras los conservadores, como él define a los que no comulgan con su forma de gobernar, también con otros datos le dicen que en el término de cuatro años de su gobierno ha acumulado más muertes que en los seis de Calderón.
A nivel local las cosas no cambian mucho, las estadísticas presentan a un gobierno municipal anunciando mejoras en todos los aspectos, incluyendo desde luego la situación en torno a la violencia.
Es común la práctica de hacer comparaciones con tiempos y cifras que dén resultados a modo, ya sea presentándose en aspectos cuantitativos y cualitativos. En la mayoría de los casos no muestran la realidad de lo que se expone.
Las estadísticas mostradas recientemente por el alcalde de Cajeme, en torno a los homicidios dolosos, quizá impresione mucho el aspecto cualitativo, pero la realidad y la percepción ciudadana en torno a esto, no se puede dibujar ni mostrar mediante graficas de barras, circulares o de pastel.
Si es cierto que la influencia de los crímenes dolosos se empezó a incrementar en el trienio de Rogelio Díaz Brown, en el que se dieron en todas su administración, poco más de 500, luego, en la administarcion de Faustino Félix Chaves se alzaría con números aproximados a 600, pero nada que ver con los más de 1500 en la administración de Sergio Pablo Mariscal Alvarado.
Habría que ver la proyección de homicidios dolosos en este trienio. Se podría hacer en grafica de barras, o en graficas circular o de pastel.
A simple vista y considerando los datos reales de este rubro en estos últimos meses, esta administración se llevará con muchos a la penúltima y antepenúltima, es decir la de Félix Chávez y Díaz Brown y corre el riesgo de aproximarse o de superar a la de Sergio pablo Mariscal.
Dios quiera que no, sería mejor para todos un día ver que la curva de la delincuencia, incluyendo la de homicidios dolosos se ha domado.
Que eso de vamos y fuimos a la baja sea cierto.
Ojalá que la 4T lo cumpla, que no malgasten el tiempo.