Los adeudos a Oomapas y la contradicción del significado Yoreme; el pueblo que respeta la tradición.

Independientemente de los muchos problemas por los que atraviesa el Organismo Operador Municipal de Cajeme, el Oomapas, como son los socavones, las fugas de agua, los drenajes colapsados, (mismos que se han ido atendiendo con puntualidad por su departamento técnico a lo largo del municipio), hay otro importante socavón que, de no atenderse, de no responder, quienes les deben, podría colapsar la finanzas del organismo, a tal punto de llevarlo a morir por ahogamiento lo que ya en sí constituiría toda una doble paradoja.

Una, porque siendo la administradora y distribuidora del vital líquido, pudiera terminar siendo víctima del oleaje que levanta el pesado lastre del adeudo de quienes pudiendo pagar, no pagan.

Y, dos, porque algunos de estos deudores, para colmo de los colmos, son de casa y por si faltara poco, los más reacios a la negociación y a todo aquello que pudiera mediar entre el organismo al servicio de los cajemenses y uno o dos personajes que asumiéndose como señores de horca y cuchillo, pretenden dinamitar todo puente de negociación con la paramunicipal.

Ora, no solo negándose a cumplir con el pago de sus enormes consumos de agua – del que se benefician ampliamente al multiplicar su millonarias ganancias a través del mercado de cárnicos y en donde el agua y los pozos que usufructúan les resultan de vital importancia más no así el cumplimiento de los adeudos que estos generan como generalmente ocurre con el resto de la ciudadanía.

Lo que tampoco se explica de esta empresa que se asume como la “Carne de México” y cuyo nombre, Yoreme, significa “El pueblo que respeta la tradición”, obteniendo tantas ganancias con sus exportaciones a Japón, Korea y Rusia y están a punto de expandirse al mercado de los Estados Unidos, no puedan hacer frente a sus compromisos de adeudos con una paramunicipal del que tantos beneficios obtienen.

Para decirlo en términos gastronómicos diremos que la mesa está servida, para sentarse a negociar – como ya lo hicieron algunas trasnacionales como Pepsico, Sabritas y algunas más, poniendo el ejemplo de honestidad y cumplimiento a sus obligaciones --- y que tome chocolate quien paga lo que debe.

La pelota está del lado de la cancha del patriarca, don Antonio Hernández, dueño además de los supermercados HB.

Pero estos, ya son ooootra historia.