La última vez que el Diablo visitó esta ciudad fue hace cuarenta años, más o menos. Lo vieron entre los visitantes de una discoteque de moda, la "Fierro Viejo", y según dicen se mezcló con los jóvenes que bailaban al estilo travoltiano en boga. Cuentan que se metió al baño de mujeres de donde salió una chica asustada anunciando la aparición de la sombra demoniaca en un rincón mal iluminado.
La noticia sacudió el sopor de la rutina provinciana y animó las pláticas de quienes daban crédito a la aparición del maligno con tanta vehemencia como la de aquellos incrédulos que reían ante el miedo de las jovencitas que optaron por no volver a esa discoteque. Por si sí o por si no,algunas madres hicieron la señal de la cruz en el aire para que a sus hijos no los sorprendiera la indeseable aparición.
Pasaron los meses y alguien dijo en el noticiero de radio que el Diablo andaba ya por el rumbo de Navojoa donde fue visto también en una discoteque, la del Hotel del Río, confirmando así la versión de quienes juraban que esos centros nocturnos donde los jóvenes eran poseídos por el ritmo de la música no podían ser otra cosa que un acercamiento al infierno.
Ya el cura nos había advertido de no caer en las tentaciones del demonio pero nunca hicimos caso y tal vez por eso le dimos el beneficio de la duda al regreso de este personaje que antes, cuando la ciudad era una pequeña cuadrícula de calles polvorosas, estuvo en las pláticas de las comadres como en los desvaríos de borrachos que decían haberlo visto salir de un callejón oscuro, animando tal vez el transitar de La Penitente que buscaba a sus hijos durante las noche de insomnio colectivo.
Pasaban los años y de vez en cuando volvía a aparecerse, en el camino solitario hacia un poblado del valle, en la mirada horrenda del misterioso pasajero que el taxista percibió a través del espejo retrovisor. En cualquier lugar donde la culpa y las penas de los pecadores abrían paso a la maligna aparición.
La última aparición fue esa, si no me equivoco, cuando hasta el olor a azufre impregnó a la "Fierro Viejo". Desde entonces nadie ha vuelto a verlo, como si se hubiera ido para siempre, tal vez para dar paso al verdadero reino del terror que hoy se ha posesionado sobre la ciudad.