De las siete agrupaciones de ciudadanos que solicitaron al Instituto Estatal Electoral (suprimo “y de Participación Ciudadana” porque el nombre es larguísimo), sólo dos tienen esperanza de integrarse legalmente como partido, y la esperanza de Petra Santos es débil pues no ha logrado reunir el número de firmas que exige la Ley
Quien avanza con brío al frente es Norberto Barraza que excedió hace rato dicho número y sólo le falta celebrar dos asambleas de las catorce que reclama la norma. Pero se ha topado con la dificultad de que hay presidentes con el sello de Morena que no suelen ver y escuchar las conferencias mañaneras del presidente López Obrador.
¿Cómo se relacionan ambas cosas? Muy sencillo. El presidente machaca y machaca todos los días que a él le hicieron trampa en sus dos primeros intentos de ganar la elección y esparce, repite hasta el cansancio (el cansancio de los oyentes) su concepto de democracia que obliga a competir en política sobre las bases que marca la Constitución.
Y si los alcaldes morenistas, particularmente los de Nogales y Etchojoa, oyeran las enseñanzas del jefe político nacional se abstendrían de hacer sucias maniobras contra Barraza y sus seguidores, y de amenazar a quienes colaboran en la preparación de las asambleas.
Lo curioso es que las maniobras sirven para medir las posibilidades de Norberto de conquistar la presidencia municipal de Hermosillo, un cargo que ya hubiera ganado si la señora Celia hubiera actuado, al fenecer su trienio, con un gramo de sensatez olvidando la ilusión de que la gente la apoyaría para repetir..
Pero aquello es agua pasada. Lo que está vivo es el reconocimiento a Barraza como un auténtico servidor público, siempre atento a escuchar y a responder a hombres y mujeres en problemas pequeños y grandes. Merece que le despejen el camino y que le jueguen limpio en la contienda electoral.
¡A GANARSE LOS DIECES, CHICOS!
Plausible, por lógico, el acuerdo de las autoridades de Educación en el sentido de volver a la calificación numérica en las boletas de los alumnos de Primaria y Secundaria. Primero, porque las consideraciones de pasar de año a los muchachos sin examen tuvieron como propósito protegerlos de la pandemia, y el peligro pasó ya. Segundo, porque la calificación numérica estimula al discípulo que ha sido aprobado y sirve de seria advertencia al que no ha superado el 5.
En su momento, cuando se decidió no reprobar alumnos, sonó como si ese beneficio se hubiera resuelto para toda la vida. No hay como el sistema tradicional para que alumnos y padres de familia entiendan, desde el primer vistazo a la boleta, que hay que apretar el paso para no rezagarse.
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