Hace un par de semanas, días más días menos, le preguntaron al Presidente en la mañanera cómo iba el cambio de Secretarías de Estado a las entidades federativas, y sin el mínimo intento de dorar la píldora, el mandatario contestó de inmediato: “No hemos avanzado mucho”.

Desde que andaba de candidato, López Obrador enarboló la bandera de la descentralización en beneficio de la atiborrada capital, mediante el cambio de las Secretarías a los estados, Se haría salir de la gran urbe a miles de empleados que en ellas trabajan, junto con sus familias y, muy importante, junto con sus automóviles.

Fui yo uno de los que puso en duda que pudiera realizarse el cambio en un sexenio, ni en dos ni en tres, sepa Dios en cuántos. Porque alquilar o construir edificios para el personal de una Secretaría, será oneroso pero no imposible, pero hacer que los funcionarios y empleados así como sus esposas e hijos dejen parientes y amistades de toda la vida, escuelas, empleos, medio social en el que han nacido y crecido para reiniciar la vida en un ambiente desconocido, eso está requetedifícil.

La respuesta del Presidente consistió en repetir lo que ha dicho varias veces: que se ha avanzado en algunos casos, como el de la Secretaría de Cultura, que no es una de mucho personal y que ahí la llevan. Me llamó la atención que asignara para Ciudad Obregón la Secretaría de Turismo porque se sabe que Cajeme está reservada para la Secretaría de Agricultura, y porque en otra ocasión había anunciado que Turismo se iría a Acapulco,

Quizás esto se debe a que el papel desempeñado por Célida López en la Secretaría de Turismo del Gobierno del Estado tiene impresionado al Presidente, y desea que pase a encargarse de la Secretaría del gabinete presidencial. Pero, no, imposible creer que vendrían los turistas a jugarse el pellejo en las balaceras cotidianas.

GUARDIANES DEL ISSTESON

Un malestar pronto controlado me obligó a solicitar la atención médica del ISSSTESon, del que soy derechohabiente, Al salir de la farmacia, a la que acudí para surtir la receta, encontré una mesa a cargo de una representante del Sindicato y los derechohabientes.

Preguntaba, a cuantos iban saliendo, si habían recibido la atención adecuada y obtenido los medicamentos recetados. Yo no tuve ningún problema, y así lo manifesté, y quedé satisfecho y agradecido por la finura con que fui tratado.

Y a raíz del descubrimiento de que los derechohabientes se han organizado para supervisar la calidad del servicio que prestan los médicos, las enfermeras y el personal administrativo, arribo a la conclusión de que somos los mejores guardianes de la institución que sostenemos juntos con nuestras cuotas.

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