Otra buena, excelente noticia, sí, de parte del Instituto Sonorense de Cultura, y ésta con dedicatoria para los cajemenses: se trata de la reapertura de la Biblioteca Jesús Corral Ruiz de Ciudad Obregón, que funcionó muchos años bajo la responsabilidad de un patronato de vecinos y con la dirección de su fundador, mi querido amigo Ramón Ïñiguez Franco (DEP). Y todo iba bien hasta que en el sexenio pasado los que “gobernaban” la pasaron a la esfera oficial sin tomar las medidas previas para garantizar su funcionamiento. Y quedó cerrada durante meses.

De todas las bibliotecas municipales, la “Corral Ruiz” era la número uno. Ramón Íñiguez creó el préstamo de libros y de películas, así como una hemeroteca con los ejemplares de los periódicos y revistas locales. Y el auditorio, que ahora lleva su nombre, era el centro de las actividades culturales, como simposios, ciclos de cine, eventos académicos, conferencias.

Pues aunque el ISC no contaba con presupuesto, le entró a arreglar el interior del edificio y ya comenzó el centro de cultura a dar servicio con el beneplácito de quienes desde siempre han sido los usuarios. Desde allá, donde se encuentre, Ramón Iñiguez debe estarle enviando guiños y mensajes de agradecimiento a la maestra Lupita Beatriz Aldaco.

El Instituto firmó un convenio con la directora de ITESCA Patricia Patiño Fierro, que es además esposa del presidente municipal, dama inteligente y activa (dio prueba de ello cuando fue diputada), de manera que las actividades se fortalecerán de seguro.

QUE SE INVESTIGUE A LOS AGRESORES DE CIRO

El periodista Ciro Gómez Leyva se salvó de morir porque trabaja bajo la protección de una empresa poderosa, como es Televisa, y pudo adquirir una camioneta blindada que detuvo las balas. Un periodista sin recursos en vehículo modesto, y no hablemos de los que reportean a pie o en camión, habrían perdido la vida irremisiblemente.

Si algo sabe el autor de esta columna es de Periodistas Asesinados (con este nombre publiqué mi primer libro de la investigación nacional realizado en 1991, y con el de “Riesgo de muerte”, de Editorial Grijalvo, el segundo, en 2014), y lo que ha aprendido es que las autoridades no investigan, o sólo hacen como que investigan, cuando los criminales no consumaron el atentado.

Deben dedicarse a buscar y localizar a los autores intelectuales y a los malvados que dispararon para prevenir otros atentados, inclusive contra el propio Gómez Leyva. Es cierto que desenredad el hilo de la madeja en estos casos es difícil. El crimen organizado parece que ha dado por asesinar sin más propósito que medir sus fuerzas con las del Estado a fin de que éste afloje la persecución de que son objeto, aunque no con mucho éxito que digamos.

Las cosas se salieron de control hace rato, Urge recuperarlo. ¿Qué pueden esperar los reporteros y columnistas que jamás tendrán la protección de un vehículo blindado?

carlosomoncada@gmail.com