Quinientas veces, quizá más, he escuchado decir al presidente AMLO que los neoliberales, intelectuales orgánicos, periodistas fifí y demás grupos, de acuerdo con su clasificación personal, le hacen los mandados porque con él se encuentra un sector poderoso de mexicanos que son EL PUEBLO,
El Pueblo como entidad independiente entre las agrupaciones de individuos no existe. Es una utopía. Puede conocerse la tendencia ideológica (o la ausencia de ideología) de hombres y mujeres en lo individual pero no como grupo porque las opiniones no se suman, son dispares, y además ninguno está obligado a no cambiar su opinión en el instante que le venga en gana.
La única ocasión en que es posible conocer la opinión mayoritaria de la gente es cuando se realizan elecciones, pero ni entonces se alcanzan números seguros ya que la mitad de los electores, y en ocasiones más, no se presentan a votar.
Ha sido triste y penosa la derrota del Presidente en su intento de impulsar a la presidencia de la Suprema Corte de Justicia a una ministra de su preferencia. No voy a agregar nada al chismorreo que recorrió toda la República. Sólo quiero preguntar ´cómo le ayudó el pueblo a sacar avante su proyecto.
No le ayudó en manera alguna porque, como ya lo dije, el pueblo no existe, y además porque a los individuos que según el Presidente lo forman, la grave violación a la norma constitucional que establece la separación de los poderes, no le importa.
Dicha violación se comete con hechos y también con palabras y declaraciones.
LA MUJER EN NUESTRO PODER JUDICIAL
Es la primera vez que una mujer preside la Suprema Corte de Justicia. En el Supremo Tribunal de Justicia de Sonora ha habido magistradas pero, hasta ahora, no ha presidido una mujer el Poder Judicial.
Cuando el presidente Adolfo Ruiz Cortines decretó el derecho de la mujer para ocupar curules en el Congreso de la Unión, el gobernador Álvaro Obregón Tapia promovió la candidatura de la primera diputada en Sonora, María de Jesús Guirado, atendiendo la vieja costumbre de copiar lo que hace el Presidente.
Pero el siguiente gobernador, Luis Encinas, no le abrió la puerta a otra mujer en los dos trienios de su periodo legal, y en el segundo de ellos, para que no lo acusaran de misoginia, nombró a la primera magistrada, la abogada cajemense Josefina Pérez. Fue una decisión que reportó bonos al gobernador. En los siguientes sexenios habría otras magistradas pero no han alcanzado las mujeres el honor de instalarse en la cumbre.
Ojalá que cuando se presente la coyuntura, para satisfacción de las damas, no sea en medio de un forcejeo callejero como el que hemos padecido a nivel federal.
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