El hecho es bochornoso, reprobable, indigno: un conocido futbolista, José Luis "Cata" Domínguez organizó una fiesta de cumpleaños para su hijo. Una fiesta temática, como está de moda, y el tema en este caso fue el narcotráfico, o más preciso: La admiración popular por los personajes del narcotráfico.
Aparecen en la foto de la fiesta el niño agasajado y sus invitados, todos felices disfrazados de "narquitos".
Un festejo que refleja la pobreza mental de los organizadores, el propio futbolista y su esposa, al parecer. Poseídos mentalmente por la narcocultura, pero ellos no son los únicos sino dos más de los millones de mexicanos ofuscados mentalmente por esta moda que llegó para quedarse.
El caso del "Cata" destaca, es obvio, por la popularidad de los futbolistas como él, ídolos de miles, y por el contraste de la idea reinante según la cual los deportistas son mente sana en cuerpo sano. Y en los medios insisten a diario que ellos son un ejemplo para la juventud y los niños de este país, por eso a quienes juegan con la selección nacional, y más si es en un Mundial, se les trata casi casi como héroes de la patria.
Ahora un jugador más o menos destacado se une a la legión de cantantes comerciales hechos para interpretar los narcocorridos que se escuchan a toda hora en la radio, en los estereos de automóviles, en los barrios y cantinas, en todas partes.
Y también participa, quién lo diría, la televisión que transmite narcopelículas. Sólo vea usted la programación de dos o tres canales de la tele por cable, canales dedicados de manera exclusiva a la exhibición de películas mexicanas.
No debe extrañar entonces que un semianalfabeta como el "Cata" y gente como él sean admiradores de los narcos. Como lo son los miles de usuarios de redes que la semana pasada sacaron a relucir su adhesión a Ovidio Guzmán cuando éste fue detenido y a manifestarle su respaldo y el rechazo a la acción realizada por las fuerzas armadas del gobierno mexicano.
Es el México de hoy.