FAOT La de María Li, la mejor gala
Carlos MONCADA OCHOA
Viernes 27 de Enero de 2023

Comenzó con una dulce aria de Rinaldo di Capua, compositor del Siglo XVIII, y siguió con “Reinaba el silencio”, de “Lucia di Lamermoor”, y superada con aparente facilidad (¡Sepa Dios cuánto la estudiaría!), un aria de “Romeo y Julieta” de Gounod, y María Li tenía hechizado al público.

Su expresión facial, mejor apreciada por quien la ve en televisión, y su lenguaje corporal muestran que siente cada personaje. Y más cuando se desprendió de las sombras su madre, la admirada Marybel Ferrales; tomadas de la mano hicieron el Dúo de las Flores, de la ópera “Lakmé”,, de Leo Delibes.

Y continuó esparciendo atrevidos agudos y trinos en el vals de Musetta “Quando me´n vo” que nos hizo olvidar el modesto intento que unos días antes había hecho otra cantante de este Festival y cerró la primera parte del programa con un pasaje de opereta del húngaro Emerich Kálmán en el que brilló la agilidad de su vocalización clara y bella con todo y la rapidez de los compases. Es prematuro clasificar a María como soprano coloratura pero cuenta con los atributos –habría que añadir la experiencia—para lograrlo.

La segunda parte fue para el gozo del respetable que desea escuchar el canto en su idioma: “Estrellita”, el clásico de Manuel M. Ponce, la Habanera de “Don Gil de Alcalá”, la romanza de “María la O”, uno de los éxitos inolvidables de Marybel Ferrales, Siboney. Ya estaba el ambientazo cubanizado, con un maestro cubano en el acompañamiento, José Ángel Rodríguez.

Y en la zarzuela “Amalia Batista”, la cámara enfocó a mamá Marybel cantando desde su butaca, en ese momento la madre más feliz del teatro, y creo que del mundo. Y el final fue de campeones. Marybel volvió al escenario para cantar a dúo “Dime que sí”, y el dúo se volvió trío porque se agregó, con voz excelente que no le conocíamos, José Humberto Espinoza, “mi segundo papá”, le llamó María.

Más tarde, al entregar el reconocimiento al talento juvenil a María, la directora general del ISC, Guadalupe Beatriz Aldaco, reflexionó en los misterios de la vida, la herencia de padres cantantes para su hija, la reunión de artistas cubanos en el templete. ¿Tendría Jesús Li la visión, cuando salvaba del fuego a su hija y le entregaba su vida, de que salvaba para el futuro una excelente voz?, reflexiono yo. Y agrego a esos misterios de la vida, el milagro de que Marybel haya construido un nuevo hogar para sus hijas.

Yo dediqué mi libro “Mi abuela iba al teatro”, publicado en 2001, a Jesús. Le digo en la primera página: “Tu trabajo aquí de pocos años equivale al que otro maestro sin tu energía y tu entusiasmo habría desarrollado en toda su vida Fuiste y seguirás siendo para mi tierra un sembrador de Arte… Por la belleza de tu canto, por tus enseñanzas, por tu amistad abierta y franca, deja que te dedique este libro, querido e inolvidable amigo Jesús Li”

Carlosomoncada@gmail.com

 
 

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