Abrí el periódico seguro de que el primer ex Rector que entrevistarían sobre la posible reforma de la Ley 4 era el matemático Marco Amtonio Valencia, y no, fue el maestro Jorge Luis Ibarra Mendívil. Es cierto que éste fue el primero elegido bajo la vigencia de la Ley citada, pero ésta fue elaborada en el periodo de Marco Antonio, y como fue la figura principal en esa tarea, sabe quiénes participaron, por cierto con la máxima discreción, para no alborotar la bitachera antes de tiempo.
Además, entró en vigor durante su periodo y siguió aplicándose durante el casi año y medio anterior a la elección de Jorge Luis. Por añadidura, Valencia, se condujo en una época especialmente difícil con actitud valiente y provecho académico innegable, ante la serie de protestas, marchas y ataques personales. El agonizante Consejo Universitario tomó entonces el absurdo acuerdo de suspenderlo en sus funciones durante un año, pero nadie le hizo caso.
Sugiero a los reporteros que consulten los tomos IV y V de mi Historia General de la Universidad de Sonora para que vayan a las entrevistas con información previa. No me interesa que citen ni mi obra ni mi nombre, lo que deseo es contribuir a que el debate sea más claro y fundamentado.
Ibarra Mendívil adoptó una posición lógica: que lo que ha funcionado en la Ley 4 se conserve y lo que no, que se modifique. En otras palabras, que no vayan quienes promueven la reforma a “tirar por la borda 80 años de experiencia”, en palabras del propio entrevistado.
Mencionó como un aspecto positivo de la Ley 4 el equilibrio de competencias de los diferentes órganos personales y colegiados.. “Para mí el sistema de organización divisional y agrupación de los departamentos sigue siendo válido”, asentó.
Y señaló, entre los aspectos que pueden ser objeto de modificación, la estructura de la Junta Universitaria, ampliando la representación de académicos y tal vez pasar al Colegio Académico la facultad de elegir al Rector, con participación de maestros y alumnos.
Recordó que la Ley de Educación previene que cuando hay cambios en las instituciones de Educación Superior deben realizarse consultas previas a “los actores involucrados” y a su juicio, la consulta debe ser lo más amplia posible.
En la entrevista publicada ayer en El Imparcial el ex Rector hizo una síntesis de los logros de sus dos rectorados: las carreras de Medicina y Arquitectura, el Centro de las Artes, el nuevo Gimnasio Universitario y varios más, pero en mi opinión no mencionó la más importante, que debe abonarse a la eficacia de la Ley 4: durante los ocho años de su rectorado no hubo huelgas, ese cáncer que mermó el prestigio de la Universidad y causó estancamiento de la docencia y la investigación con tanta frecuencia y por largos periodos.
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