Con gritos, pancartas, brincos y con actos vandálicos alrededor de 1 mil mujeres exigieron que termine la violencia de género, violencia que afecta a un alto porcentaje de ellas y cuyos extremos son los crecientes feminicidios y desapariciones.
La protesta radical tiene sentido, nadie lo niega, y cobra forma en las voces airadas, en los rostros crispados de las mujeres, jovencitas la gran mayoría de clase media pues al parecer el movimiento feminista no cala aún en las de clase baja.
Marcharon desde el Callejón de la Mujer, calle Zaragoza entre Sonora y Chihuahua, enfilaron por la 5 de Febrero y llegaron a la Plaza "Álvaro Obregón".
Así estaba programado según la convocatoria que avalaron 16 colectivos feministas. Llegaron a la plaza, varias tomaron el micrófono para expresar el sentimiento de frustración y coraje por la persistencia de la violencia de género, cada vez más grave.
Con la ayuda de sus compañeras una chica montó el caballo de Álvaro Obregón y pintarrajeó con spray el rostro del general invicto.
Los discursos continuaban mientras tanto clamando justicia por las víctimas de feminicidio y las desaparecidas. "Ni una más, ni una más". "La que no brinque es macho", y todas brincaron en una explosión de alegría por sentirse acompañadas y solidarias.
Para concluir la manifestación, el contingente le dio la espalda a la plaza y se paró en la explanada de Palacio Municipal donde pegaron cartulinas.
En el clímax de la protesta una muchacha empezó a quebrar los vidrios de las ventanas frontales del Palacio y a cada vidrio que se convertía en añicos respondían gritos de júbilo. Una venganza sublimada por lo que han sufrido las mujeres a causa de su condición de género.
De repente la que rompía los cristales detuvo sus acciones al sufrir una cortada en un brazo. Debió ser trasladada en un ambulancia que estaba allí por si algo salía de control. Con apoyo de policías la muchacha y sus compañeras abordaron la unidad.
Enseguida poco a poco se fueron dispersando los grupos y cada quien de regreso a casa.