El titulo parece ser la justificación consciente para violar leyes sociales al parecer ajenas, de ciudadanos que al momento también están “Hasta la madre”, nada extraño en un país donde todo mundo, tiene un pretexto perfecto y justificado para “Estar hasta la madre”.
Estamos en ese estado anímico que nos invita a la anarquía, porque las pastillas azules ya no funcionan como antes, porque el salario no alcanza, porque la violencia cada día acorrala en cada esquina, por la falta de medicinas en los horóscopos del mercantilismo, porque la corrupción somos todos y todes, por las casas blancas y grises que hay impunemente en todas las ciudades, por los ladrones de cuello blanco que gozan impunemente los millones en prisión domiciliaria, concedidos por jurisconsultos de cuello deslavado, por los altos sueldos de unos, en un país de pobres, los otros, por los políticos que hacen dinastía en el poder, por los que nos robaron nuestro derecho a la utopía, por quienes foxearon nuestra esperanza y nos jodieron “arriba y Adelante” por décadas, por aquellos que durante años elevaron el salario 10 pesos por inspiración divina y caridad franciscana.
Hasta la madre de quienes en solitario o en unión quieren regresar a jodernos, H de M de quienes estan en contra de los derechos de las mujeres y ahora son feministas, de los políticos chapulines que abandonan los barcos, en fin, no puedo dar rienda suelta a las justificaciones del pueblo “Sabio” en su derecho a los cambios sociales, estén “Hasta la madre y más allá”.
No estoy en contra de las marchas y las concentraciones para expresar el hartazgo maternal, sino en la forma de canalizar el descontento. La vía de la violencia solo genera un “hasta la madre” ciudadana de los afectados ajenos en bloqueos, comercios vandalizados y lesionados que estuvieron en el momento equivocado, en el lugar equivocado donde un encapuchado de sexo indefinido demostró su hartazgo social, justificado o mandatado.
Las víctimas de feminicidio, de violación, abuso, no necesitan de una “Capucha” o antifaz para expresar su descontento, lo traen pintado en su tragedia, en su dolor, en sus lágrimas que no se reivindican con cristales rotos, ni con cámaras periodísticas arrebatadas en su labor cotidiana o amenazas físicas o mentadas de madre, su búsqueda de justicia ya superó los estratos divinos e intenta los terrenales, en última estancia.
Mientras las victimas directas, rezan una interna letania de justicia, jóvenes ajenas en su tragedia se solidarizan, en la oportunidad de hacer “Desmadre” en representación no pedida, en un actitud grupal que desmerece la simpatía social.
Detrás de las escenas de violencia, a Cámara en close up, se nota un desahogo orgásmico como si en cada cristal se mutilara un pene violador, como si en cada consigna maternal cayera Roma y sus tribunos, como si en cada golpe de martillo regresara una secuestrada, o reviviera una fallecida o un miembro retonara a su mutilado origen.
Creo que es justo el derecho a protestar, como también el derecho de los organizadores de este justo medio expresión inconforme, de apartar o apartarse de esa participación solidaria negativa que denigra, la honesta expresión de la causa.
Como sociedad debemos de aprender a solidarizarnos con las protestas ajenas para no quejarse de la poca solidaridad de las nuestras, en un ambiente donde el Jesus forma parte de la boca, debemos de organizarnos, no solo para protestar los 8M sino, en forma permanente, como sociedad para atacar la problemática social que nos afecta de manera grupal, pero hacerlo en modo organizado.
Y recuerden que la mejor arma que tiene el pueblo “Sabio” es nuestro voto (Si es que el INE de Cordova Vianello no lo impide) y si un gobernador, senador, presidente municipal, diputado no cumple, reclamarle públicamente, de manera pacifica y ordenada su irresponsabilidad y en la próxima elección canalizar nuestro “Estoy hasta la madre” no votando por él o su partido.
Mi solidaridad con los grupos feministas que protestan y demandan justicia, mi solidaridad con los periodistas que cumplen su labor informativa ¿porque sin ella, quién sabría de su protesta? Es Cuanto.