A principios de la década 1960s el presidente Adolfo López Mateos (1958 - 1964) visitó Cd. Obregón y pronunció un solemne discurso en el balcón de Palacio Municipal ante la multitud atraída por la figura del Primer Mandatario de izquierda moderada. (foto del Archivo Casasola).

Los políticos estaban felices, pero no sólo ellos.

También lo estaban las damitas que admiraban al mandatario porque, decían, "es muy guapo". Un Peña Nieto de aquellos tiempos.

Y Adolfo no era ajeno a esa admiración, de hecho dicen quienes lo vieron por aquí que luego se le notaba que era de "ojo alegre", coquetón reforzado con el aura de poder que atrae a algunas damas.

Así contaban que al transitar por una de las calles citadinas, detuvo a su comitiva cuando vio a una jovencita muy bella y se acercó a ella para ofrecerle un buen trabajo en el gobierno federal, que lo visitara en la Cd. de México, pero ella, provinciana, guapa y decente, rechazó la propuesta presidencial.

Eso me dijeron pero no me consta.