En mis lejanos días de infancia y juventud era bastante fácil recordar el motivo de que se celebrara públicamente una fecha porque no eran muchos los días que se hallaban reservados, digamos, para la Madre, el Árbol, las fiestas patrias y las religiosas. Pero a medida que se complicó la vida social y aumentó el afán de los comerciantes por vender regalos, se fueron añadiendo el Día del Padre, el del Compadre, el del Abuelo, el del Agricultor, el del Abogado, el del Contador Público, etcétera.

De modo que me enteré, con atraso de 24 horas, que ayer 21, no sólo se recordaba el aniversario del natalicio de don Benito Juárez y la llegada de la primavera, sino que era además el Día del Niño Down. Y esta fecha debe conmemorarse de manera especial.

Esos niños me han permitido mantener vivo el sentimiento de la ternura. Conforme caen sobre uno las desilusiones y los tropiezos, se cierne sobre la mente y el alma el peligro de endurecerse y asoma el sombrío deseo del desquite. Pero el encuentro imprevisto con uno de esos ángeles, un niño down, un adolescente down, el malsano deseo se desvanece. Son un sol, una sonrisa, su inocencia lo reconcilia a uno con el mundo.

Los que he conocido, aunque sea de vista, son predilectos de Dios y eso es evidente porque Dios los compensa con padres amorosos. A ellos también debe dedicarse el Día. Para padres e hijos mi emocionada felicitación.

MURIO CARLOS PAYÁN

La pérdida de una vida es lamentable sobre todo cuando se trata de una vida que dio lustre y prestigio a la actividad que desempeñó con beneficio para la sociedad, como es el caso del periodista Carlos Payán Velver, fundador, con otros compañeros idealistas, de Unomásuno y La Jornada.

Sara Lovera, periodista de larga trayectoria, considera que Payán fue el primero que abrió de par en par las puertas de su periódico (La Jornada) al periodismo feminista sin trabas ni condiciones. Puso a disposición de ellas un suplemento, “Doble Jornada”, para que opinaran y discutieran cualesquier asuntos, y les dio facilidades para publicar la revista FEM.. Y mantuvo siempre “la sana distancia” que todo periodista debe guardar respecto de los que gobiernan.

Lo conocí cuando fui a su oficina a tratarle no sé qué asunto relativo al que fue Departamento del Distrito Federal sobre el que sosteníamos opiniones discrepantes. En el curso de la charla descubrimos que uno de sus hijos era amigo de uno de los míos y sin sentirlo cambiamos el tema de la conversación.

Y de dos periodistas que diferían en una cuestión, pasamos a ser dos papás que estaban orgullosos de sus hijos y los presumían sin sonrojo. Poseía el don de volver fáciles las cosas difíciles.

La vida de Payán fue fructífera.

carlosomoncada@gmail.com