Padrés en la Universidad: ¡¡a fumigar se ha dicho!
Carlos MONCADA OCHOA
Domingo 26 de Marzo de 2023

¿A qué cabeza de chorlito se le ocurrió llevar a Guillermo Padrés a la Universidad de Sonora a que hablara a un grupo de estudiantes? ¿Fue una simple torpeza o una torpeza pagada? Había el antecedente del director de Proyecto Puente que le hizo tres o cuatro “entrevistas” al mismo fulano, que se dedicó a llorar su “inocencia” sin hacer caso de las preguntas del entrevistador. Pero esos son asuntos particulares, de algo tienen que vivir algunos periodistas.

Lo que ahora comento es un insulto para los universitarios. A nuestra querida Casa de Estudios han venido científicos, artistas, directores de teatro, deportistas de excepción, periodistas, maestros cultos que dejan mensajes ejemplares a la juventud. Jamás en sus ochenta años de vida, la Unison había recibido ahí a un expresidiario con cuentas sin saldar todavía ante la justicia.

¿Qué les pudo enseñar? Aparte de hacer carrera política para lograr un cargo público que les permita robar lo ajeno, hacer trampas y enredos financieros, ser hipócritas y mentirosos, ni modo que les haya dado lecciones de historia, de Derecho o Literatura. ¡Qué asco!

Si me hubiera enterado a tiempo de este dislate, con gusto hubiera obsequiado a los estudiantes ejemplares de mis libros “Asalto a Sonora” y de “¿Y Padrés qué?” para que estuvieran preparados para esa “conferencia magistral”.

 

¡ADIOS, CHABELO!

Leyendo lo que contaron el presidente López Obrador y otros altos funcionarios, así como ciudadanos maduros de todos los sectores sociales, y agregando mi caso particular, calculo que millones de padres de familia compartimos el programa de Javier López “Chabelo” con nuestros hijos pequeños.

Yo vivía en México y mis dos chicos menores me despertaban muy temprano saltando en mi cama para acomodarse a ver el programa “En familia”. En mi cuarto donde estaba la única televisión con que contaba (era rico, ahora no llego a televisión).. Yo me hacía el enojado y les exigía traerme un café a cambio del espacio. Luego disfrutaba como ellos, y a veces más que ellos.

Era un tiempo en el que no necesitaban los buenos actores decir leperadas, como ahora, para divertir. Los comentaristas bien informados cuentan que don Javier, o el niño Javier López, era un hombre como todos con familia, su trabajo. Una vez sintonicé su imagen en un acto oficial en el que respondió un par de preguntas, y le escuché la voz natural de tono grave, que me hizo dudar de que fuera el auténtico Chabelo.

Se fue a poca distancia de cumplir los 90 años, dejando tras de sí un mundo de personas de feliz infancia, que lo recordamos con admiración y cariño por su limpio mensaje de amor a la familia. Haberse dedicado a hacer reír y sonreír, no está nada mal como saldo de una vida. Seguramente Dios lo recibirá también con una sonrisa.

carlosomoncada@gmail.com

 
 

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