El caso presenta aspectos jurídicos interesantes, pero sobre todo morales. El joven Nathan Karim, que atropelló con su auto a una señora, a su hijo y su sobrino, éstos de pocos años de edad, los dejó abandonados y huyó.
Los padres de Nathan, en lugar de poner a su hijo en manos de las autoridades, le facilitaron la fuga y se niegan a descubrir el lugar en que se halla escondido, se dice, pero es una especulación, que en los Estados Unidos.. La Fiscalía los consignó al juez por el delito de encubrimiento y se encuentran en la cárcel.
No es fácil ponerse imaginariamente en el lugar de los padres encubridores, y preguntarse uno: ¿Qué habría hecho yo si uno de mis hijos se hubiera portado como Nathan y me hubiera pedido ayuda para ocultarlo? ¿Habría apoyado su conducta inhumana y cobarde?
Un padre, una madre que en verdad amaran a su hijo, lo habrían convencido de que se entregara. “Tendrás que enfrentar tu responsabilidad. Quizá vayas a la cárcel y nos dolerá en el alma que te separes de nosotros. Pero haremos todo lo que está dentro de la Ley para ayudarte. Contrataremos buenos abogados para que no te den una sentencia excesiva. Y si condenan a prisión, siempre estaremos pendientes de ti”.
Esto que escribo no es fruto de la imaginación. Sé de casos en que los padres han entregado a sus hijos delincuentes. De hecho, considero que la gran mayoría de los padres sonorenses actuarían así. Bastaría con que se preguntaran ¿qué habría hecho si el atropellado hubiera sido mi hijo y que el culpable de rompernos el corazón se hubiera ido, con dinero en la bolsa para que no padeciera durante la fuga?
Si el tal Nathan se entera de que su padre y su madre están en la cárcel, no creo que tendrá la hombría de venir a entregarse para que les devuelvan la libertad. Los amigos influyentes le habrán informado ya que el delito de encubrimiento permite salir de prisión mediante fianza y afrontar el proceso en libertad.
Es cierto que si consigue mantenerse oculto sin que lo atrapen, los delitos de lesiones graves y abandono de personas (más los que resulten) llegarán un día a prescribir, y el prófugo podría regresar sin riesgo
(La prescripción es la figura jurídica que permite quedar a salvo de la acción penal cuando ha transcurrido cierto periodo de tiempo sin que lo hayan detenido) La prescripción es distinta para los delitos, no tengo en la memoria el tiempo que le asigna el Código Penal Procesal la prescripción a los que cometió Nathan pero no
creo que baje de 20 años. En ese largo lapso sus padres podrían enfermar y morir sin que él pueda venir a decirles adiós.
Lo que no prescribirá es la vergüenza que ha caído sobre él y su familia.
carlosomoncada@gmail.com