Alemania quiere atraer enfermeras y enfermeros. Por ello, el ministro de Trabajo, Hubertus Heil, y la ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, viajarán en junio a Brasil y México.
Según la Oficina Federal de Estadística alemana, en diciembre de 1999 había en Alemania algo más de dos millones de personas de la tercera edad necesitadas de cuidados de larga duración. Hoy son cinco millones. Los expertos prevén que esta cifra aumente hasta los 6,8 millones en 2055.
Al mismo tiempo, el número de quienes deben cuidar a estas personas es cada vez menor: el año pasado, sólo 52.300 personas iniciaron en Alemania la formación para ser especialistas en enfermería. Esto supone 4.000 aprendices o también un siete por ciento menos que en 2021, según las alarmantes cifras de la Oficina Federal de Estadística.
El ministro Federal de Trabajo, Hubertus Heil, viaja a Brasil en junio, junto con la ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock. La gira forma parte de una estrategia de contratación que se extiende también a países como México o Indonesia.
"Un problema interno alemán"
"La escasez de enfermeras es, ante todo, un problema interno alemán. Los pocos cientos de enfermeras brasileñas adicionales tampoco lo solucionarán", declaró Eugen Brysch, director de la Stiftung Patientenschutz, a la agencia DPA.
¿Y qué pasa con países como Brasil o México? ¿Realmente solo hay ganadores en el trato? ¿O no será más bien que Alemania, con su llamada fuga de cerebros, se está llevando de América Latina profesionales calificados que esos mismos países necesitarán en el futuro?
El cirujano mexicano Xavier Tello, uno de los mayores expertos en salud de América Latina, lo ve de forma pragmática: "Esta fuga de cerebros se da en un mundo globalizado", afirma en una entrevista con DW.
"Si estoy altamente capacitado, y eso es más valorado en el extranjero que en mi país de origen, donde las condiciones de trabajo son a menudo pobres y los salarios bajos, este intercambio tiene sentido".
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