El Congreso del Estado acaba de incorporar a nuestra Constitución la obligación de otorgar becas a todos los estudiantes sin excepción. Lo hizo a partir de la iniciativa que promovió el gobernador Durazo. En lo sucesivo, los gobernadores tendrán que prever la erogación necesaria. Esto merece un aplauso, aunque haré un par de consideraciones que en nada demeritan la medida.
Nunca tuve una beca para sostener mis estudios pero he conocido centenares de profesionales que concluyeron sus carreras gracias a las becas. Cuando ingresé a la Preparatoria de la Unison, en 1950, la Escuela Normal era parte de la máxima Casa de Estudios y absolutamente todos los alumnos recibían cada mes Cien Pesos de la Fundación Esposos Rodríguez por concepto de beca. Para dar idea de su valor diré que precisamente Cien Pesos cobraba la Universidad por la colegiatura de un año.
Era evidente que no todos necesitaban aquel apoyo, al menos la mitad de los jóvenes contaban con familiares que disponían de recursos. Y en aquella lejana fecha me pregunté por qué no se entregaba a quienes realmente lo requerían incrementándolo con lo que se ahorraría la institución al disminuir el número de becarios.
La segunda consideración surgió años después, durante una plática que sosteníamos el abogado y periodista Rafael Vidales Tamayo y este columnista sobre educación superior. Estuvimos de acuerdo en que no todos los días, pero sí de tarde en tarde, surgía en las universidades un par de muchachos de mente privilegiada, genial incluso, a quienes por convenir a la Nación se les debería becar para que se especializaran en las mejores y más caras universidades del mundo.
Pero ha sucedido que un joven genial ha optado por rechazar la beca para irse al extranjero porque sus padres o tutores son muy pobres y a él lo ata el deber de trabajar para sostenerlos. Entonces imaginó mi amigo la creación de una beca tan generosa que cubriera las necesidades del becario y también las de sus familiares, al menos mientras aquél se graduara en muy elevados niveles.
Claro que las becas universales, como las llaman, son para todos los que cubren los requisitos que se solicitan, y no es necesario realizar estudios socioeconómicos para decidir a quiénes se conceden y a quiénes no. Sería costoso pagar a muchos trabajadores sociales para que realizaran ese trabajo. Pero cuento esto ahora porque aquella vez gozamos al construir aquel sueño, que no me parece irrealizable. Tal vez un día… un día…
MINEROS Y MARINA
Como siempre, funcionarios federales y estatales tienen que correr el primero de junio de Guaymas a Cananea o a la inversa, para asistir a la celebración del Día de la Marina y del aniversario de la huelga minera de 1906, respectivamente.
Los festejos suelen ser tranquilos, pero en esta ocasión el Sindicato de Mineros parece haber estallado pues tiene varias huelgas con laudos pendientes de resolución algunas, y de ejecución otras. Le exigen al Presidente en un comunicado de prensa que desate los nudos. Y como el camino más adecuado es pedir a la Suprema Corte que haga la parte que tiene pendiente, no parece que el actual sea el mejor momento para pedirle a AMLO que sea el intermediario.
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