Hace varios años que se hizo innecesario escribir la nota periodística sobre la tragedia de la guardería, cuyo aniversario se conmemoró ayer. No hubo al respecto novedades de las autoridades el año pasado, ni el antepasado, ni el anterior al antepasado, ni el de más atrás, etcétera. Todo está igual, paralizado, muerto, ya no se celebra, ni siquiera se insinúa la menor diligencia. ¿Por qué no repetir, simplemente, la misma vieja nota?

Carece de sentido que al terminar el recorrido de costumbre –desde el lugar de la tragedia hasta la plaza de la Universidad— alguien se acerque al micrófono para exigir justicia. Nadie puede explicar en qué consistiría la justicia, y a quién y por qué habría que detener y procesar. Hoy la investigación se encuentra como el año pasado, y como el antepasado, etcétera.

Que el Presidente de la República prometió dar un informe completo del estado de cosas. ¡Pua! Demagogia pura.

Los niños y las niñas que murieron carbonizados o asfixiados ahora serían quinceañeros. Eso es un toque amargo que atañe a la órbita privada de sus familiares, pero nada significa en el mundo de la ley. La prescripción es una figura jurídica disfrazada de diablo que se abanica con las hojas del calendario y se ríe ¡Para qué moverle!

Lo único que no se puede negar a los padres de los niños es el derecho a la esperanza. Una esperanza inútil.

RECONOCIMIENTO A TADDEI

Hubo briosos discursos al concluir las elecciones. Hubo gritos y protestas. Hubo declaraciones llenas de ilusión. Detuvieron a unos cuantos sospechosos de urdir fraudes. Hubo lo que en cualquier otra elección mexicana, pero no en el grado escandaloso de cinismo y descaro propios del PRI y del PAN cuando detentaban el poder.

Ahí está el resultado a la vista, al cabo de 24 horas o menos de haberse dado a conocer los resultados. Los vencidos, tristes pero sin preparar recursos para seguir la lucha en los tribunales. Los comentaristas de los medios sin materia consistente para repartir o siquiera inventar culpas.

Yo creo que esta situación de tranquilidad y aceptación no cayó del cielo, no es un milagro concedido por un santo piadoso. Es el fruto del trabajo realizado para que no se salieran los protagonistas de los cauces de la Ley.

Opino que la presidenta del Instituto Nacional Electoral, Guadalupe Taddei, es acreedora de un reconocimiento de los ciudadanos. ¿Va a ser capaz de mantener esta línea en los procesos electorales próximos para elegir gobernadores en las restantes entidades federativas, y sobre todo, en “la grande”?

carlosomoncada@gmail.com