El domingo próximo se reunirá el Consejo Político Nacional de MORENA para determinar el procedimiento mediante el cual escogerá el partido a su candidato a la Presidencia. Ya se sabe que será el de encuesta, pero la encuesta tiene variantes que hay que precisar, comenzando por el hecho de que unos hablan no de una sola encuesta, sino de dos.

Además, aunque no de manera oficial, la raza echará mano del mecanismo que se llama “aplausómetro” para medir la popularidad de cada aspirante, en el momento en que entre al recinto oficial y cuando, iniciada la asamblea, se les presente ante el respetable.

Como el aplausómetro se presta a interpretaciones dudosas, hay quienes llegan al extremo de medir, cronómetro en mano, los segundos que dura una ovación que, naturalmente, los fanáticos de cada corcholata intentarán prolongar.

Los sonorenses estaremos muy orgullosos de que dirigirá la asamblea un sonorense, el gobernador Alfonso Durazo. Estaremos orgullosos al menos quienes nos interesamos por los grandes eventos políticos. A muchos les vale Wilson. Cada quién en su mundo.

A mí me simpatiza Marcelo, lo he dicho ya en este espacio, pero no por eso me caen mal los demás, de manera que lo que le comentaré a él enseguida, podrán aprovecharlo también los otros precandidatos.

Miren, señores: es seguro que exigirán a ustedes que renuncien a sus cargos para que tengan derecho a registrarse como aspirantes. Les sugiero que junto con el cheque final que cobren exijan que se les pague el aguinaldo proporcional 2023, es decir, el equivalente a seis meses de trabajo.

Lo primero que pensarán al leer esta recomendación que les hago de buena fe es: ¡qué ridículo! Sonará ridículo para el que gane la candidatura, pero no para los perdedores. Sin chamba por casi año y medio, y eso si Marcelo se acuerda de ustedes cuando sea Presidente, lo mejor será que tengan un guardadito.

GANAR GANAR

Ni más ni menos justa la definición que formuló el presidente municipal de Hermosillo acerca del contrabando de carros chuecos y la regularización que autoriza el gobierno federal.

Gana el gobierno al cobrar la regularización de los carros contrabandeados; gana el dueño porque compró barato el contrabando y mediante un pago modesto se quedó con él; ganan mordida los funcionarios aduanales y ganan los contrabandistas porque a cambio de no pagar los derechos de entrada de los vehículos chuecos no sólo se embolsan una enorme cantidad de dinero sino se aseguran de que jamás se les acabará su actividad como burladores de la ley. Y así tomo todos ganan, todos pierden algo: la vergüenza.

carlosomoncada@gmail.com