Doy la cara por los agricultores de mi tierra, Presidente
Carlos MONCADA OCHOA
Viernes 16 de Junio de 2023

Cuando el joven Faustino Félix Serna comprendió que no llegaría muy lejos si se dedicaba a hacer trabajos de Contabilidad, que era lo que había estudiado, y vio a tipos bragados que buscaban tierras para sembrar y semillas y fertilizantes, que compraban de a poquito, él también decidió sembrar.

(Hablo de Faustino Félix Serna, que fue gobernador del Estado, pero de su etapa juvenil, y de un episodio que él mismo me contó).

Como no tenía dinero para pagar peones que vigilaran el riego de su parcela por la noche, hizo lo que otros compañeros de aventura: se llevó un catre a la parcela y en cuanto oscureció se dispuso a dormir. ¿A dormir? ¡Qué iluso! Los mosquitos atacaban por todos lados y picaban sin clemencia. La protección que le daba una sábana no era suficiente pues le picaban a través de ella y además quedaban sin defensa la cara, y si se descuidaba, las orejas, las manos, los pies. Imposible dormir.

Pero era necesario dormir para trabajar. Al atardecer de un día se metió al canal que pasaba cerca, buscó una curva de poca profundidad donde el agua se estancaba, se cubrió la cabeza y la cara con plastas de lodo y se burló de los moscos. Pudo dormir a ratos. No tuvo que realizar mucho tiempo esa maniobra, que movía a sus compañeros al choteo, porque una noche se quedó dormido en su catre y descubrió, maravillado, que las picaduras ya no le hacían. Se había vuelto cuerudo como cualquier peón.

A los hombres (miles de hombres) que, como él, retaron a la naturaleza, pasaron sustos, hicieron fogatas para espantar a las fieras, sufrieron crisis económicas junto con sus familias, para formar un patrimonio, el Presidente les llama “líderes nylon”, “politiqueros”, “coyotes”, “chantajistas”, “corruptos” y otras linduras, porque piden mejor precio para sus productos.

Yo nací en Cajeme, señor Presidente. Mi padre fue jefe de los talleres de herrería en la Richardson y siguió en la Irrigadora del Yaqui. A través de sus pláticas conocí al ingeniero Ortega Leyte y al ingeniero Barnetche; y allí me hice periodista y entrevisté a don Rodolfo Elías Calles y a don René Gándara, y a Ricardo León Manzo, al “Buqui” Rafael Contreras Monteón y a Severiano Puertas Quintero, y escribí el prólogo a don Alberto Vargas Martínez para su libro “El Valle del Río Yaqui y su Sistema de Riego” y presenté el libro de denuncia de Jaime Vargas y reseñé los de Claudio Dabdoub Sicre..

Viví en Cajeme los primeros 30 años de mi vida. Asistí al nacimiento de las uniones de crédito agrícola (mi hermano fue gerente de la Unión Cajeme) y vi como el ingeniero Gustavo Aguilar construía los silos para el trigo. Y me enteré, sí, de actos de corrupción, los cometían los agentes del Banco Ejidal enviados de México, culpables de que le cambiaran el nombre de Banjidal a Bandidal.

Tengo la autoridad moral suficiente para pedirle, señor Presidente, con respeto pero con firmeza, que no insulte a los agricultores. Confiéseles sin rodeos que no quiere o no puede resolverles sus problemas, pero no los insulte. Y si mi intervención, la intervención de un ciudadano oscuro, me acarrea una consecuencia negativa, la aceptaré. Aunque sea una consecuencia injusta.

carlosomoncada@gmail.com

 
 

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