La II nacionalización de la electricidad
Carlos MONCADA OCHOA
Martes 27 de Junio de 2023

Aquel día de abril de 1960 me puse “chinito” cuando escuché al presidente Adolfo López Mateos que gritaba desde el balcón, a la multitud que llenaba El Zócalo de la capital: MEXICAAANOOOOOS. Era un grito de libertad, justo y retador, al iniciar el discurso con el que anunció la mexicanización de la industria eléctrica. En la redacción del “Diario del Yaqui” todos, prendidos del radio, gritamos y reímos y saltamos y uno, según confesó después, a punto estuvo de llorar.

La Comisión Federal de Electricidad, que se había fundado en 1934, quedó encargada de administrar la riqueza arrancada a extranjeros (Ese año hubo otro acontecimiento trascendente; nací yo).

Mientras gobernaron presidentes de raigambre revolucionaria, todo fue marchando bien, pero cuando la derecha se fortaleció, arribaron los políticos sedientos de riqueza y cundió la corrupción dentro y fuera de la enorme paraestatal, volvieron a colarse los extranjeros. Fox otorgó concesiones. Zedillo y Calderón abandonaron varias plantas con el pretexto de que el equipo era ya obsoleto. Todos anhelaban que volvieran los inversionistas extranjeros para hacer negocios con ellos. Dinero fácil.

El presidente AMLO hizo un relato de la caída de la industria y de cómo la generación de energía producida por mexicanos bajó a menos del 50%. En su sexenio ha tenido lugar lo que con buenas razones llama La Segunda Nacionalización de la Industria Eléctrica. Con la construcción de nuevas plantas, la modernización de las que estaban abandonadas, la producción de energías limpias, se ha elevado al 58 % la energía producida por mexicanos y alcanzará el 60% al terminar el sexenio.

Hay que buscar un candidato que sea capaz de continuar en esa línea.

UN VIEJO CONOCIDO

Cuando escribía la Historia de ITSON, entre 2005 y 2009, con la colaboración de mi amigo Eduardo Estrella Acedo (DEP), no sé cómo apareció en el horizonte el doctor Roberto Celaya Figueroa, listo para aportar información, siempre que esa información fuera negativa para el Rector en turno..

El libro se publicó en 2007 y él me siguió enviando información para la columna que publicaba todos los días en “Crítica”. A veces se trataba de documentos fotocopiados difíciles de obtener, por ejemplo, actas de las sesiones del Consejo Directivo o acuerdos dictados en Rectoría.

Comencé a manejarlos con cuidado, a veces de plano no los utilicé, pues había sido un problema, de surgir reclamaciones, demostrar su origen. Pero para entonces don Jorge ya había recibido su segundo doctorado, doctor en grilla. Me entero de que, aunque ya no es docente del Instituto, pidió juicio político para el rector Jesús Héctor Hernández López. La petición fue rechazada por los diputados por absurda pues el juicio político es aplicable a los servidores públicos y el Rector no lo es.

Ha de ser duro renunciar a los sueños de desquite, pero valdría la pena intentarlo por respeto a la institución.

carlosomoncada@gmail.com

 
 

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